Thursday, October 22, 2015

capitulo 33

Lali se llevó la mano a la boca para contener un bostezo. Había sido un día muy largo y se sentía cansada. Los dos combinados que se había tomado durante la cena tampoco habían sido de ayuda.
—¿Tienes sueño? —preguntó Peter, retirándole un mechón de pelo de la cara.
Ella esbozó una sonrisa mientras el mismo ascensor que habían tomado unas horas antes los llevaba de vuelta a su planta.
Era sorprendente lo cómoda que se sentía con él en tan poco tiempo, y eso le preocupaba. Había imaginado que su relación sería fría y profesional.
En cambio, las cosas entre ellos eran cálidas y entrañables. Le gustaba, y eso era lo que más le incomodaba.
—Estoy un poco cansada —contestó.
Peter deslizó la mano hasta la nuca de Lali y acarició sus tensos músculos.
—Has debido de tener un día duro.
No era la primera vez que trataba de averiguar cómo había pasado la tarde. Pero hasta entonces, ella había evitado darle una respuesta. No es que sus asuntos fueran secretos, pero no le apetecía contárselos.
Le había dado un fajo de billetes y una tarjeta de crédito, diciéndole que tratara de estar ocupada mientras él trabajaba. Y así lo había hecho, no gastando más de veinticinco o treinta dólares. Puesto que no le había dejado pagar más que el taxi y la ensalada que había comido, no se sentía en la obligación de contarle qué había estado haciendo.
Cuando fue evidente que no iba a contestar, él continuó.
—Cuando lleguemos a la habitación, te ayudaré a quitarte esa ropa, y nos meteremos en la cama, si te parece bien.
—¿Sólo a dormir?
—Sólo a dormir —le aseguró, mientras sus labios se curvaban y aparecía un brillo travieso en sus ojos verdes—. A menos que estés interesada en algo más.
Una sensación de calidez comenzó a apoderarse de su vientre. Eso era otra cosa sorprendente de aquella situación, que hacer el amor con él no le parecía una obligación dificil de cumplir dentro del acuerdo para ayudar a su padre a salvar la compañía. Le gustaba estar con él, y estaba deseando pasar la noche entre sus brazos. Tan sólo de pensarlo, sentía todas sus terminaciones nerviosas en alerta.
—¿Qué habías pensado? —preguntó ella mientras las puertas del ascensor se abrían y salían al pasillo.
—Oh, no lo sé. —respondió él mientras se dirigían a la suite—. No hemos tomado postre después de la cena, así que quizá podríamos pedir algo dulce al servicio de habitaciones.

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