Wednesday, October 21, 2015

capitulo 30

Dejó las puertas abiertas, y la oyó abrir y cerrar cajones y armarios, antes de meterse en la ducha.
A pesar de lo que le había dicho, se imaginaba que tardaría al menos una hora en arreglarse el pelo y maquillarse, al igual que cualquier mujer.
Miró su reloj y pensó que si tardaba justo una hora, ni un minuto más, llegarían a tiempo al restaurante.
Peter regresó al dormitorio y buscó en la cómoda los gemelos. De pronto, reparó en el sonido de la ducha y trató de no imaginar a Lali desnuda y mojada en la ducha. Aquella cabina era suficientemente grande para ser utilizada por dos personas a la vez y en múltiples posturas.
Carraspeó y se concentró en los gemelos. Sólo porque hubiera llegado tarde, no quería decir que ya no la deseara. Si no estuvieran justos de tiempo, se quitaría toda la ropa y compartiría la ducha con ella.
Temiendo caer en la tentación, se dio la vuelta. Corría el riesgo de pasar el resto de la noche tratando de ocultar su evidente erección.
Pero antes de marcharse, dos cosas que estaban sobre la cómoda llamaron su atención: el fajo de billetes y la tarjeta de crédito que le había dado a Lali.
Dejó la tarjeta a un lado y tomó los billetes para contarlos. Tan sólo faltaban algo más de veinte dólares de los cientos que le había dado.
Bueno, aquello no era una sorpresa, pensó. Seguramente, habría pagado todo con la tarjeta y habría usado el dinero en metálico para propinas.
De repente, oyó que la ducha se apagaba y dejó el dinero junto a la tarjeta. No quería que se diera cuenta de que lo había estado revisando.
Rápidamente, miró el número de teléfono que figuraba en la tarjeta de crédito y lo memorizó. Salió de la habitación antes de que Lali regresara del cuarto de baño, cerró la puerta y se dirigió al teléfono.
Le llevó unos minutos dar con un operador y verificar su identidad. Un minuto más tarde hizo la pregunta y se quedó a la espera de la respuesta. ¿Había habido cargos en su cuenta ese día y, si así era, a cuánto ascendían?
Dio las gracias y colgó el auricular, frunciendo el ceño.
Nada. Su balance seguía siendo el mismo que el del día anterior, y la última compra había sido una que él mismo había hecho.
Estaba más confundido que antes. Había estado todo el día fuera, supuestamente de compras y apenas había gastado poco más de veinte dólares. No conocía a ninguna mujer que después de un día de compras gastara tan poco.
Así que si no había estado de compras, ¿dónde se había metido?
Antes de que pudiera pensar las posibilidades, la puerta del dormitorio se abrió y apareció Lali, con el aspecto de la fantasía de cualquier hombre hecha realidad.

2 comments: