capitulo 61

—Es sólo una amiga —repitió Peter, sin dar opción a réplica.
Se dirigió a la puerta y, con el pomo en la mano, se detuvo, girándose hacia su hermano.
—Déjalo estar.

Lali siguió hablando con la madre de Peter y su cuñada. Les había explicado que no estaba saliendo con Peter, que tan sólo eran amigos y que se habían conocido por asuntos de trabajo.
Theresa  era lo suficientemente lista como para darse cuenta de que Lali no quería hablar de su hijo, así que dirigió la conversación hacia otros asuntos menos personales.
Hablaron sobre su viaje a Las Vegas, sin entrar en detalles, sobre la compañía de Peter y la manera en que la había levantado desde abajo y sobre la familia de Lali, aunque trató de no dar detalles para que Theresa no recordara aquella fiesta de Navidad a la que había asistido y en la que había sido tan cruel con Peter. Después, charlaron sobre cómo Rocio y Pablo se habían conocido, de niños, y cómo habían terminado enamorándose y casándose muchos años después.
Era una historia tierna que hizo que a Lali se le saltaran las lágrimas. Por un momento, creyó que el amor verdadero existía.
Pero ¿en qué estaba pensando? En que alguna fuerza oculta podía hacer que Peter y ella acabaran juntos?
A quién trataba de engañar? Aunque la encontrara físicamente irresistible, aunque su actual relación durara más de lo que habían pensado en un principio, no le creía capaz de olvidar el pasado y lo que le había hecho.
No podía culparlo, pero deseaba que las cosas fueran diferentes. Si no hubiera sido una joven tan arrogante y malcriada. Si se hubieran conocido de adultos, quizá habrían podido tener una oportunidad.
Pero por cómo iban las cosas, sabía que ya no la tendrían. También sabía que cuando llegara el momento de separarse, una parte de su corazón se rompería.
Sintió presión en su pecho y sus ojos se humedecieron otra vez. Rápidamente tragó saliva y respiró hondo, confiando en que sus acompañantes no se dieran cuenta de sus emociones.
A su izquierda, la puerta crujió y agradeció ver a Peter entrando en la habitación, seguido de su padre y de su hermano.
Se acercó al sofá y se sentó al lado de Lali, mientras su hermano se sentaba junto a su esposa.
En vez de sentarse, Isaac se quedó de pie tras la butaca de su mujer, a una distancia prudencial para que Theresa no se diera cuenta del olor a puro en su aliento o en su ropa. Para ocultar una sonrisa, Lali se llevó la mano a la boca y tosió.