capitulo 62

Durante la siguiente media hora, estuvieron hablando. Por suerte, no se hizo ninguna referencia a su relación con Peter.
Luego, llegó la hora de irse. Peter se puso de pie y le tendió la mano para ayudarla a levantarse. Los demás los siguieron.
Theresa y Rocio se despidieron de Lali con un abrazo, mientras que Isaac y Pablo le estrecharon la mano, no sin antes invitarla a regresar cuando quisiera. Prometió que volvería, aunque sospechó que eso nunca ocurriría.
En el coche, Lali esperó a que Peter encendiera el motor y el coche se pusiera en movimiento para apoyar la cabeza en el asiento y suspirar.
—¿Cansada? —preguntó Peter.
—No demasiado.
Lo estaba, pero sólo por los nervios y la tensión que había pasado al tener que conocer a su familia.
—Tienes una familia encantadora. Gracias por presentármelos.
—A ellos también les has gustado —dijo él después de unos segundos de silencio.
Ella sonrió en la oscuridad.
—Me alegro.
Peter encendió la radio y comenzó a sonar una suave melodía de música clásica. Ninguno de los dos dijo nada más hasta que estaban llegando a casa de Lali.
Peter se detuvo ante una señal de tráfico. Sólo después de llevar parados más tiempo del que Lali pensó que era necesario, lo miró arqueando las cejas a modo de interrogación. El no retiró la mirada del volante.
—Puedo llevarte a tu casa —dijo él lentamente—, o puedes venir conmigo a mi casa.
Su estómago dio un vuelco y se le puso la piel de gallina.
La boca se le había quedado seca y se humedeció los labios antes de hablar.
—Creo que podría ir a tu casa —murmuró.
El asintió, y en vez de girar a la derecha para llevarla a su casa, continuó recto.
Nunca se había parado a imaginarse su casa. Cada vez que pensaba en él, lo veía en su oficina, sentado tras su escritorio, tal y como lo había visto la primera vez cuando había ido a pedirle ayuda para salvar el negocio de su padre. Se lo imaginaba viviendo en un apartamento, quizá en el ático del edificio de Compañía Lanzani.
Un hombre como Peter, soltero, rico e independiente, no necesitaría mucho espacio. Tan sólo una habitación, un cuarto de baño, una pequeña cocina y, por supuesto, un estudio en el que poder trabajar.