Friday, October 23, 2015

capitulo 47

Peter estuvo a punto de decirle que le recordaba al relinchar de las yeguas, pero en aquel momento lo único que le preocupaba era la respuesta de Lali a su pregunta.
Lali se cruzó de brazos, imitando la pose de sus amigas.
—Creo que no —contestó, presumida.
Sus ojos cafe bajaron hasta el suelo y reparó en las botas que llevaba. Era su mejor par, negras y brillantes, pero no dejaban de ser botas en lugar de zapatos de piel.
Lali volvió a levantar la cabeza, encontrándose con su mirada.
—¿Por qué no vas a bailar con uno de tus caballos? Sus amigas rompieron a reír, y Peter se sintió como si acabaran de echarle un jarro de agua fría. Sus mejillas ardían y sentía arcadas.
Sin decir nada más, se dio media vuelta y, atravesando la habitación a través de la multitud, salió al aire frío de la noche.
Pero le daba igual. No estaba dispuesto a volver dentro. Esperaría en el coche a que sus padres y hermano decidieran dejar la fiesta. No quería regresar a aquella casa ni tener a Lali cerca nunca más.
Después del encuentro frenético y explosivo contra la pared del salón, Peter y Lali estaban abrazados en la cama.
Peter no estaba seguro de que sus piernas pudieran volver a caminar. Había llegado a pensar que moriría allí mismo, sobre la alfombra, sudoroso y agotado. Pero al cabo de una hora había encontrado las fuerzas para levantarse y ayudar a Lali a ponerse en pie.
Su única intención había sido llevarla a la cama, pero al ver su piel desnuda y sus pechos descubiertos bajo el albornoz, se había dado cuenta que era imposible estar completamente agotado teniendo a Lali al lado.
Había comenzado a besarla en el umbral de la puerta del dormitorio, y habían acabado desnudos antes de llegar a la cama.
Ahora, estaban de nuevo rendidos y satisfechos, al menos de momento. Estaba tumbada junto a él, con la cabeza apoyada en su hombro y una pierna sobre su muslo. Su respiración era tranquila y rítmica, y su pelo parecía un trozo de tela de seda.
Probablemente estaba dormida. Después de lo que le había hecho pasar esa noche, no le extrañaría que se pasara durmiendo el resto del tiempo que les quedaba en Las Vegas.
Y así esperaba que fuera, ya que después de lo que había visto ese día y de todos los recuerdos que habían acudido a su mente, no pudo evitar hablar en voz alta.
—Te he visto esta tarde.

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