Friday, October 23, 2015

capitulo 43

—Lali —repitió, esta vez con voz más suave—. ¿Puedes al menos mirarme?
Ella apretó los dientes para evitar decir nada y subió el volumen de la televisión.
—Maldita sea, Lali.
Peter se inclinó, entrando en su campo de visión, y le quitó el mando del televisor, lanzándolo a una de las butacas, fuera de su alcance.
Sin poder controlar su temperamento, estiró las piernas y se puso de pie, separándose de él. Estaba a pocos pasos de la puerta del cuarto de baño, cuando él la hizo detenerse, tomándola del brazo. Abrió la boca para protestar, pero él la hizo darse la vuelta y la estrechó contra la pared, uniendo sus labios a los de ella.
Indignada, lo apartó, empujándole por los hombros, tratando de liberarse. Pero él la retuvo, apretando su pecho contra sus pezones. Esta vez, la presión de sus labios fue diferente, y Lali gimió nuevamente, esta vez rindiéndose a él.
Clavó las uñas en sus hombros, atrayéndole hacia ella, y lo rodeó con una de sus piernas. El la rodeaba por la cintura, mientras besaba sus labios, su cuello y el lóbulo de su oreja.
—Lo siento. He sido un idiota. Estaba de mal humor y lo he pagado contigo. No debería haberlo hecho, y lo siento.
Su mente se estaba haciendo papilla, al igual que el resto de su cuerpo. Apenas podía recordar lo que le había dicho unas horas antes.
—¿Me perdonas?
Sus dedos se encontraron con el nudo del cinturón del albornoz y lo abrió, quitándoselo. Debajo, estaba desnuda, y al sentir el fresco de la habitación, su piel reaccionó rápidamente. Peter se llevó uno de sus pezones a la boca, mientras ella hundía los dedos en su pelo.
¿Cómo podía rechazarlo cuando hacía que su sangre fluyera como lava, haciéndola olvidar cualquier pensamiento racional?
—Sí —dijo ella entrecortadamente—. Sí.
El tomó su otro pecho, y ella jadeó, inclinando la cabeza hacia atrás, dejándose llevar por las sensaciones. Rápidamente, él se desabrochó los pantalones y la penetró.
Mordiéndose el labio inferior para evitar dejar escapar un grito, Lali lo rodeó con sus piernas y arqueó la espalda en un intento de sentirlo más cerca.
Era un hombre fuerte, seguro e increíble. Nadie antes le había causado un efecto así, y dudaba que alguna vez alguien lo hiciera.
Oía la respiración de Peter junto a su oído, tan profunda como la suya. En tan sólo unos segundos, la espiral de deseo que se había formado en su interior, se hizo pedazos, a la vez que Peter alcanzaba el orgasmo.
Se abrazaron, jadeantes, y lentamente se dejaron caer por la pared hasta el suelo.

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