Sunday, October 25, 2015

capitulo 67

¿Era aquello un giro en su relación? ¿Estaba empezando a verla como algo más que una amante?
No quería hacerse ilusiones, ni sacar una conclusión equivocada a aquel comentario. Pero su corazón no podía dejar de considerar las posibilidades.
—Me gustaría ir —dijo, aliviada al escuchar su voz tranquila y segura.
—Bien. Te recogeré a las ocho.
Entonces, sin previo aviso, él se giró y se colocó sobre ella.
—Lleva algo estrecho y sexy que muestre tus estupendos pechos y trasero — dijo, pellizcándola.
—¿De veras crees que tengo un buen trasero? —preguntó cuando pudo recuperar el aliento.
—Magnífico. Las esculturas griegas se morirían de envidia.
Ella sonrió, echando hacia atrás la cabeza, mientras él besaba su cuello. Arqueó la espalda, sintiendo la erección de Peter contra sus caderas.
—Y asegúrate de llevar la espalda al descubierto. Quiero que tu suave espalda esté desnuda. Que el resto de las mujeres deseen sacarte los ojos —murmuró—. Y que los hombres te deseen.
—¿Incluido tú? —pregunto ella, rodeándolo con sus brazos y piernas y besando su mentón.
—Especialmente yo. Te estaré deseando incluso antes de recogerte.
Enfatizó aquel comentario, penetrándola de una rápida embestida. Durante el resto de la tarde, todos los pensamientos y preocupaciones que tenía en la cabeza, quedaron a un lado, gracias a todas las cosas deliciosas que Peter le hizo.
Lali se puso algo estrecho, sexy y con la espalda al descubierto, y confió en que resaltara su pecho y su trasero.
Estaba deseando ver su reacción cuando la viera. Llegaría en cualquier minuto, y lo único que tenía que hacer era ponerse el collar y los pendientes.
El vestido era largo hasta el suelo y rojo, con una apertura que llegaba hasta medio muslo. La tela tenía hilos plateados que destellaban cuando se movía. La parte superior, con un gran escote, se anudaba al cuello, dejando la espalda y los hombros al desnudo.
Las joyas elegidas eran sencillas: un collar con un diamante a juego con los pendientes y un brazalete en la mano derecha.
Según Candela, estaba impresionante.
Tomó un pequeño bolso y bajó la escalera. Estaba a punto de dejar el último escalón, cuando sonó el timbre de la puerta. Atravesó el vestíbulo y abrió la puerta.
El sol estaba comenzando a ponerse, pero todavía había suficiente luz para ver cada detalle de Peter, que llevaba un esmoquin.

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