capitulo 46

Miró a su alrededor y se alejó un par de pasos de la pared. Sus padres estaban hablando con otra pareja al fondo de la habitación. Su hermano estaba bailando con una atractiva chica mayor que él en el centro de la pista, al compás de la música de una orquesta.
Y junto a la mesa del ponche, estaba Lali con algunas amigas, que también le resultaban familiares.
Atravesó la distancia que le separaba de ellas, arrastrando los pies en vez de hacerlo con paso firme y seguro. Era a su hermano al que se le daban bien las chicas. Peter siempre acababa convirtiéndose en amigo de ellas.
Llegó junto a la mesa y se detuvo a dos o tres metros de ella. Un hombre pasó a su lado y se chocó con él, sin tan siquiera disculparse. Era típico de aquella gente, pensó Peter. Si uno no era como ellos, rico y poderoso, era como si no existiera.
Apartando aquel pensamiento, respiró hondo, sacó las manos de los bolsillos y dio un paso adelante.
Lali tardó un momento en reparar en él. Llevaba un bonito vestido de terciopelo rojo, con un lazo blanco y su larga melena negra retirada de la cara con unas horquillas.
Sin embargo, sus amigas repararon en él de inmediato. Las cuatro le miraron con frialdad, como si acabara de salir del establo y estuviera cubierto estiércol.
Las ignoró, manteniendo toda su atención en Lali.
—Hola —dijo, volviendo a meter las manos en los bolsillos de su pantalón.
Ella lo miró, después a sus amigas y de vuelta a él.
—Hola.
Aunque su saludo podía haber sido más cálido, tampoco fue frío, así que continuó.
—¿Te estás divirtiendo?
De nuevo, Lali lanzó una mirada a sus amigas. Su expresión seguía siendo imperturbable, pero no tan desagradable como la de las otras chicas.
—Sí.
Peter sacó las manos de los bolsillos y se estiró la chaqueta.
—¿Quieres bailar? —preguntó, sintiendo que se sonrojaba.
Ella enarcó las cejas y miró a sus amigas, que observaban con los brazos cruzados. Una de ellas echó la cabeza hacia atrás y rió.