Thursday, October 29, 2015

capitulo 19

-Claro que lo sabes -declaró burlón-. Desde nuestro primer encuentro, en el cementerio, has estado absolutamente segura de que puedes obligarme a desearte. No se me olvida cómo te contoneabas allí, en la puerta, simplemente para saber si me atrevería a tocarte.
-¿Qué dices? -inquirió, indefensa ante ese ataque.
-No lo he dicho como un cumplido -dejó escapar una risotada-. De hecho, ese día fui lo bastante estúpido como para pensar que todo había sido fingido. El paseo, la sonrisa preñada de emoción, tu mirada que me decía «acércate y quémate». Te había visto hacerlo en la televisión -pronunció con desdén.
Cuando ella hizo un intento desesperado por alejarse, Peter la mantuvo cautiva.
-¡Déjame ir! -repuso furiosa y aterrada.
-Hace un instante no tenías a dónde ir. No me salgas ahora con que tienes prisa.
La chica se ruborizó intensamente.
-¡Vaya sorpresa! Lali todavía se sonroja. Por supuesto, hay algo de vulgaridad en este escenario, un establo. Ahora dime, ¿en qué momento decidiste pedir tiempo? Por mi parte, te habría poseído, sin importarme las consecuencias.
Lali tragó saliva.
-Orgulloso, estú...
Con la otra mano, él la aprisionó contra la pared.
-¿Eso crees tú? Hace poco, alguien me dijo que todo era cuestión de oprimir el botón adecuado. Debe de ser cierto. ¿Qué es lo que está mal, Lali? ¿Te sientes amenazada por mí?- con voz suave y sedosa correspondió a su provocación.
Lali cerró los ojos con fuerza, deseando que la dejara en paz. A pesar de su frialdad, percibía una ardorosa y contenida violencia bajo la superficie.
-De niña te sonrojabas, pero ahora has crecido y se supone que puedes cuidar de ti misma, pero te sigo deseando tanto que me causas dolor. ¿Te halaga oírlo? Resulta que le estoy restando fuerza a Maxwell aunque no pienso ocupar su lugar. Dime... ¿qué quieres de mí? Pese a que Jessie se acercaba, taconeando deliberadamente, no la oyeron llegar. Cuando tosió con fuerza, volvieron la vista. Peter se apartó, con lo que Lali pudo respirar normalmente. -Acabo de acostar a Tina para que duerma una siestecita, pero pide que Lali la acompañe. Se ha encariñado mucho con usted, Lali. Quítate esas pajas del cabello -le aconsejó, tras lanzarle una significativa mirada.
-Gracias, Jessie -intervino Peter con voz fría.
-Por cierto, si quieren dar un espectáculo en el patio, por favor, corran las cortinas de la cocina.
No estoy ciega -les advirtió bruscamente.
Ruborizada, Lali se quitó las pajas que se le habían quedado prendidas en el cabello.
-Te acompañaré al piso de arriba -indicó Peter, franqueándole la entrada.
Plenamente consciente de su cercanía, Lali sintió un escalofrío. La evocación del deseo que la había consumido hasta casi paralizarla, la hizo sentirse débil.
-Yo me encargaré -indicó Jessie, interponiéndose. La figura de Tina parecía perdida en la enorme cama. Miró a Lali por encima del borde de la sábana y sonrió.
-¿Puedo contarte un cuento?
A continuación le entregó un ejemplar del cuento El Patito Feo.
-Papá dice que cuando sea mayor seré un cisne muy bonito -expresó con timidez. En cuanto Lali comenzó a leer, añadió-: Si quieres puedes abrazarme. Así lo hace papá. Es muy bonito -Lali lo hizo y la niña expresó-: Te quiero -dudó un instante y luego preguntó-: ¿Me quieres tú? -Por supuesto que sí -Lali pensó que el cuento no estaba a la altura de la necesidad de cariño y seguridad de Tina.
La niña se quedó dormida poco antes del final de la historia. Cuando Lali se levantó, distinguió la silueta de Peter en el umbral de la puerta. Se preguntó cuánto tiempo llevaría allí, mirándola. -Has hecho una imitación magistral de una «mamá pata» adoptiva.
Lali respondió airada:
-Ya sabes que me gustan los niños.
Una sonrisa irónica se dibujó en los labios de Peter.
-¿No te parece extraño que haya tenido la impresión de que te desagradaría cualquier hijo mío?
Ella se quedó sin aliento, pero alcanzó a protestar:
-Es una tontería -replicó, acentuando su desdén. Sin hacer caso de su burlona respuesta, Peter la miró fijamente.

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