-No. Debo decir que no lo estoy -sonrió-. Lo cual se debe probablemente a que cuando éramos jóvenes siempre pensé que Peter y tú terminaríais juntos -al darse cuenta del alcance de lo que había dicho, se sonrojó y añadió-: Una lección elemental es no meternos en lo que no nos concierne. Voy a decírtelo de otro modo. Si estás preparada para casarte con mi hermano y para vivir aquí, debes de estar muy interesada en él. Lo que te espera no se parecerá a lo que has estado acostumbrada. Este es un mundo extraño. ¿No te parece? Tú te escapaste y conseguiste fama y fortuna, mientras que los Lanzani conocieron tiempos difíciles. En todo esto bien puede haber una moraleja.
-Fue una cuestión de mala suerte -suspiró.
-No del todo. Si Peter no hubiera estado tan decidido a que nosotros recibiéramos algo de efectivo, podría haber conservado la granja. Para Peter habría sido una verdadera batalla, pero lo malo es que el banco perdió la confianza en él. En mi opinión, su mala suerte se debió a que tenía aquel sentido de la responsabilidad demasiado elevada. Aunque en aquel entonces no se lo agradecimos.
Sintiéndose muy incómoda por las desagradables confidencias de Merrill, le preguntó:
-¿Trabajas?
-Ahora no, pero sí lo hice para el padre de John, como secretaria -sonrió-. ¿Cómo es posible que estés tan tranquila? ¿No te importa qué ropa te vas a poner el miércoles? En el incendio has debido de perderlo todo.
-Casi toda mi ropa está en Londres -sonrió Lali-. Si telefoneo a mi ama de llaves me la enviará.
-Pero eso tardará días.
-Voy a hacerlo ahora mismo. La enviará en seguida.
-El miércoles deberás llevar algo muy especial -insistió la joven-. Es decir... un vestido de novia.
-¿Un vestido de novia? No creo que Peter espere algo así.
-Se supone que no debo decírtelo -sonrió Merrill-, pero la idea fue suya.
Se trataba del antiguo vestido que había pertenecido a la bisabuela de Peter; al parecer, podría arreglarse. La idea era buena, y Lali sonrió para sí misma. Se negaba a aceptar que su matrimonio afectara a su padre y a su futura suegra, pero llegado el momento se enfrentaría con ambos problemas. Se prometió que nada enturbiaría los próximos días.
Desde un teléfono que estaba junto a su cama llamó a la señora Stuart para pedirle sus vestidos. Después pensó en hacer otra llamada. Se sentía desbordada de emoción. Merrill le llevó unas revistas y Jessie un pantalón y una camiseta.
-Peter dejó esta ropa la última vez que estuvo aquí, aunque no creo que debas levantarte antes de comer -le indicó Jessie con tono autoritario.
En cuanto Lali se quedó sola, tomó el teléfono. El señor Barker, que estaba a cargo de Colwell Holdings, se quedó muy desconcertado cuando recibió su llamada. Ella le pidió que mandara a un especialista a la granja y determinara qué innovaciones y reparaciones serían necesarias para dejar la casa en orden.
-Le advierto que se trata de algo muy caro, señorita Esposito.
-Hablaré con mi contable. No habrá escasez de fondos -afirmó y luego agregó-: Por cierto, me interesa mucho que el trabajo empiece cuanto antes.
Se quedó adormilada durante un rato, y al despertar se sintió incómoda. Tina entró en si habitación, precisamente cuando acababa de vestirse.
Jessie te pondrá la comida en una bandeja. Se supone que debes guardar cama.
-¿Qué has hecho en toda la mañana?
-Trabajo en equipo. Papá me dijo que debía irme.
-Estás en tu casa -aclaró Lali, en tono alegre. A Tina se le iluminó el rostro de alegría y le pregunto si quería ver a su gatito. Jessie se asomó desde la cocina, molesta porque Lali se había levantado de la cama.
Jessie, de haberme quedado más tiempo en la cama me habrían salido raíces.
-Deberías descansar más -replicó la mujer con el ceño fruncido.
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