Aquella mujer que se ponía colorada al menor comentario, y que parecía haber tenido ganas de hincarle el tenedor en la mano cuando él la había deslizado por debajo del borde de la falda, sabía lo que estaba haciendo.
Y de pronto se había vuelto una vampiresa.
Lali disfrutó de la reacción de Peter cuando le acarició el tobillo con los dedos de los pies envueltos en medias de seda.
Le gustó verlo a la defensiva en un juego que había empezado él.
Aquello la hacía sentirse sensual y poderosa, como si fuera la mujer que él creía que era.
Fingiendo que no ocurría nada, cambió el pie de posición. Cruzó la pierna y la deslizó hacia la parte de arriba de la pernera del pantalón de Peter.
—¿Habéis decidido el nombre del bebé? —preguntó Lali a Mary y a Gaston, ignorando el gemido sofocado que llegaba desde donde estaba Peter.
Charlaron unos minutos mientras Mary hacía una lista de nombres. Luego discutió con Gaston sobre el nombre de Emily o Emma y Hugh o Ian.
Peter dejó caer el tenedor en el plato varias veces mientras Lali le hacía cosquillas en la pierna. Luego terminó la tarta helada.
—Ha sido estupendo —dijo Peter—. Gracias por venir, muchachos. Ojalá podamos repetirlo pronto.
—¿Cómo? —preguntó Gaston, claramente confuso—. ¿Primero nos ruegas que vengamos a cenar y luego nos pides que nos vayamos?
—Sí, lo siento. No quiero ser maleducado, pero… —miró a sus amigos como queriendo hacerles una señal de que se fueran.
Lali no sabía qué hacer, si disculparse por el comportamiento de Peter.
Finalmente, una sonrisa como de haber comprendido el mensaje apareció en el rostro de Mary.
—Venga, Gaston, es hora de irnos.
—¿Qué?
—Venga, vámonos. Creo que lo que Peter intenta decirnos de una manera tan poco caballerosa, es que Lali y él quieren estar solos.
Gaston miró a Peter y luego tiró la servilleta encima de la mesa, disgustado.
—Oh… Sinceramente…
—Lo siento —gritó Peter mientras se marchaban—. Os compensaré por esto, te lo prometo.
Lali oyó a Gaston decir algo ininteligible, mientras se cerraba la puerta.
Lali intentó recuperar la voz.
—No has sido muy amable. No hacía falta que los echases de ese modo. Al menos, podrías haberlos acompañado hasta la puerta.
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