Tuesday, November 17, 2015

capitulo 54

TRES DÍAS más tarde, Lali se montó en la limusina que la llevaría a la ceremonia de boda que la convertiría en la esposa de Peter Lanzani.
Ezio Farretti le sonrió con halagadora admiración al verla con su traje de novia. A pesar de todo, se sentía muy sola, sin familia ni amigos que la apoyaran. Tampoco tenía nada de lo que, ingenuamente, había asociado a un acontecimiento tan importante.
Había pensado en llamar a sus padres para darles la noticia de que se iba a casar, pero había cambiado de opinión cuando se le ocurrió que, naturalmente, sus padres querrían saber algo más de su relación con Peter. ¿Cómo iba a poder admitir que se casaba con un hombre al que conocía desde hacía menos de una semana? Tendría que esperar hasta que su matrimonio estuviera
establecido antes de
volver a reunirse con sus padres.
Durante tres días, no había hecho nada más que comprar, primero su traje de novia y luego ropa para su hijo y para ella que fuera adecuada para un clima más cálido. La había asustado mucho saber que Peter pensaba llevárselos al extranjero después de la ceremonia. Lali nunca había estado en el extranjero. De hecho, ni siquiera tenía pasaporte. Aquello era un detalle más de lo diferentes que eran los mundos en los que los dos se movían.
Trató de apartar aquellos recuerdos y se colocó la falda del vestido para que no se arrugara en demasía antes de llegar a la iglesia. Deseaba desesperadamente estar muy hermosa para él. Aquel vestido color marfil la había cautivado desde el primer momento, aunque Peter le había dicho que eligiera algo tradicional. Lali sospechaba que un vestido que recordaba vaga-mente a la época medieval no era exactamente en lo que él había estado pensando.
El traje se componía de un corpiño de seda, adornado con mangas largas y en forma de pico. La tela del cuerpo iba adornada con unos exquisitos bordados dorados. El vestido se le ceñía bien a su estrecha cintura y la falda era larga y elegante. Se había colocado una fabulosa tiara de zafiros y diamantes sobre el cabello y llevaba unos pendientes a juego, que resultaban igualmente impresionantes. Las joyas eran parte del legado de los Lanzani y se habían enviado especialmente desde la Toscana, dado que Peter había pedido especialmente que se las pusiera. Había tenido que atarse los pendientes con un hilo, dado que no tenía agujeros en las orejas. Como la aterrorizaba perder unas joyas tan valiosas, se tocaba constantemente para asegurarse de que todavía seguían en su sitio.

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