Tuesday, November 17, 2015

capitulo 55

De hecho, los nervios eran más fuertes de lo que se había imaginado en un principio. Peter había estado en el extranjero y solo había hablado con él por teléfono en los días anteriores a la boda. De hecho, había creído que la boda terminaría por cancelarse. El mismo día que había accedido a casarse con Peter, él había salido de viaje a Estocolmo antes de ir a Florencia para visitar a su madre. Peter había esperado que la anciana lo acompañara a Londres para asistir a su boda, pero Alice Lanzani se había sentido demasiado débil para hacer un viaje tan largo.
—Te iba a haber hecho venir a Florencia para que os conocierais —la había informado Peter por teléfono, veinticuatro horas antes, al empezar la conversación en la que le iba a decir que no podía regresar aquella noche como había prometido—, pero ella tenía palpitaciones y tuve que llamar al médico. Le ha recetado un reposo absoluto.
Lali había sospechado que su futura suegra se habría sentido horrorizada de que su único hijo estuviera a punto de casarse con una desconocida, que, además, era madre soltera y que no contaba con los ilustres orígenes de la familia Lanzani. Sin embargo, había preferido guardar silencio.
—¿Cómo es la señora Lanzani? —le había preguntado a Ezio.
—Una mujer excelente, pero está muy enferma.
—Tal vez la boda tendrá que ser cancelada —había comentado Lali.
—La señora Lanzani tiene una gran habilidad para escapar de las puertas de la muerte. De hecho, no me sorprendería si nos sobrevive a todos.
A medida que la limusina se iba acercando a la iglesia, Lali se sorprendió mucho al ver la gran cantidad de coches que había aparcados en los alrededores. Probablemente se debía a que había una boda antes de la suya y, por alguna razón, había sufrido algún retraso. Sin poder evitarlo, le preguntó a Ezio.
—Todas esas personas están invitadas a tu boda —le dijo el guardaespaldas.
¿Todos aquellos coches? Lali no se lo podía creer. Había dado por sentado que no habría invitados y que la ceremonia sería algo íntimo y privado. De hecho, ni Tomas iba a asistir. Mientras se bajaba de la limusina, vio que la multitud se acercaba a ella. Los guardias de seguridad empezaron a contener a los curiosos mientras una serie de agresivos fotógrafos la animaban a que mirara hacia sus objetivos. Si Ezio no la hubiera agarrado del brazo, se habría vuelto a meter en la limusina y le habría gritado al chofer que la llevara de nuevo a la casa.
Ya en el porche de la iglesia, miró fijamente a Ezio y le preguntó:
—¿Qué es lo que está pasando? ¿Quiénes son todas esas personas?
—Prensa.

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