—¿Por qué están tan interesados en nuestra boda?
—El hecho de que Peter se case es noticia. Nadie sabe quién eres tú y por eso se ha creado todo este revuelo.
En aquel momento, las puertas de la iglesia se abrieron de par en par y empezaron a sonar las notas de un órgano. Lali miró horrorizada al interior de la iglesia. Los bancos estaban repletos de invitados. Las cabezas de todos ellos se inclinaban sobre las de los demás con el afán de ver a la novia. De repente, el pánico se apoderó de Lali.
—¡No puedo hacer esto! ¡No puedo entrar en esa iglesia, sola, sin mi padre ni damas de honor! ¿Por qué no me advirtió Peter que sería así?
—Probablemente no se le ocurrió. No te preocupes. Lo harás muy bien.
Lali apreciaba mucho a Ezio. Vio que iba vestido muy elegantemente y decidió hacerle una petición muy especia!.
—Podrías ser tú el que me acompañara al altar... Así no parecería todo tan raro y yo no estaría sola.
—Será un honor para mí —dijo Ezio, con una sonrisa. Entonces, le ofreció el brazo—, pero recuerda que esta idea ha sido tuya y no mía.
Lali no se percató de si Peter se sorprendió al verla avanzar hacia el altar del brazo de su jefe de seguridad. Estaba demasiado nerviosa. Cuando llegó al lugar indicado, el sacerdote empezó a hablar. Entonces, miró a Peter y sintió que el corazón estaba a punto de salírsele del pecho. El momento en que él le colocó el anillo en el dedo le pareció el más hermoso, pero le hizo lamentar no haber pensado en preguntarle si a él también le habría gustado recibir un anillo.
De todos modos, habría tenido que pagarlo él también, como todo lo demás. Le dolía mucho que nada de lo que llevaba puesto en aquel día tan especial había sido pagado por ella. No tenía nada que Peter no le hubiera dado.
—Estás muy hermosa con ese vestido —dijo Peter, con una sonrisa de apreciación, mientras les hacían unas fotos en la escalinata de la iglesia.
Aquella sonrisa llenó a Lali de calidez y seguridad. Sin Peter a su lado, no habría podido aguantar todo aquello. Nunca antes había sido el centro de tantas miradas. De hecho, nunca se había imaginado que podría casarse con un hombre que atrajera tanta atención de los medios de comunicación. Entonces, tocó suavemente la alianza de oro como si fuera un talismán. Era la verdadera esposa de Peter Lanzani.
Cuando por fin consiguieron meterse en la limusina y se marcharon de la iglesia, Lali pudo por fin hablar con él.
—¿Por qué no me dijiste que vendrían tantos invitados?' —¿Y por qué no iba a ser así?
Otroo
ReplyDeleteMaass
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