Tuesday, November 17, 2015

capitulo 57

—Me dijiste que dejara a Tomas en casa, con Sarah...
—Pensé que sería más relajante para ti. Además, no creo que a Tomas le hubiera gustado verse lejos de su madre y rodeado de extraños.
En eso tenía razón, pero Lali no podía dejar de preguntarse si la exclusión del pequeño Tomi no se debería a cierto deseo por parte de Peter de que no se supiera que su esposa ya tenía un hijo y que este hijo no era suyo.
—Te equivocas —dijo Peter, de repente, mientras la miraba muy fijamente.
—¡Pero si no he dicho nada!
—No tienes que hacerlo. Una vez tuve que asistir a una boda en la que un niño lloraba continuamente. Me dejó una impresión muy duradera —bromeó Peter, mientras tomaba la mano de Lali, que ella había tenido agarrotada hasta entonces sobre el regazo—. Consideraré a Tomas como si fuera hijo mío y lo trataré en consecuencia. ¿Acaso no fue eso lo que te prometí?
—Sí... —susurró Lali, avergonzada de haber podido dudar de Peter.
—Si te beso ahora, te estropearé el maquillaje...
—¿Y qué importa el maquillaje?
Peter rió y acarició suavemente el cabello de su esposa. Entonces, la besó, con una pasión que despertó de nuevo el deseo en el cuerpo de Lali.
—Ya basta —gruñó, apartándose inmediatamente de ella—. Todavía nos queda el banquete, aunque yo no había pensado que nos quedáramos mucho tiempo.
—¿Un banquete?
—Alimentar a los invitados es un deber ineludible de los novios. Algunas
veces, me pregunto si hemos crecido en el mismo planeta,
cara.
—Es que no sabía que íbamos a tener una boda en toda regla.
—¿Y qué habías esperado?
—Que estaríamos solo nosotros.
—¿Solo nosotros? ¿No te parece que eso habría parecido algo raro? Dadas las circunstancias, lo último que yo querría sería que la gente pensara que hay algo raro en nuestro matrimonio.
—Entonces, ¿quién ha preparado todo esto?
—Mi personal.
Lali asintió apresuradamente al recibir aquella información, tratando de no parecer avergonzada por su propia ignorancia.
En el grandioso y exclusivo hotel en el que iba a tener lugar la recepción, Lali tuvo que darle la mano a un número incontable de personas. Más tarde, no recordaba el nombre ni la cara de una sola de ellas. Eran parientes de Peter, socios del mundo de los negocios y amigos personales. Durante la magnífica cena que se sirvió, gran parte de la conversación que se desarrollaba a su
alrededor cambiaba del inglés al italiano,

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