Al ver que el tocador estaba en la dirección opuesta, se dirigió hacia él tan rápido como pudo.
—Te digo que es verdad... —exclamó a voz en grito un hombre con acento muy refinado—. Te apuesto lo que quieras a que tengo razón. La esposa de Peter está embarazada. Ha estado tonteando con ella a espaldas de Candela y entonces... ¡sorpresa! ¡La vida perfecta de Peter se convirtió en humo!
—Si es eso lo que cree, ¿por qué ha venido a nuestra boda? Se supone que los invitados deben desearle lo mejor a los recién casados —le espetó Lali, sin poder evitarlo—. ¡Las personas como usted son demasiado desagradables como para desearles nada bueno a nadie!
El hombre se dio la vuelta. Al ver a la novia, se sonrojó.
—¡Oh...! ¡Lo siento!
Lali lo recordaba vagamente de la larga procesión de invitados a los que se había visto obligada a saludar. Entonces, sin decir nada más, se dirigió al tocador. Se preguntó si podría emparedarse en uno de los cubículos y quedarse allí para siempre sin que nadie la descubriera. Estudió cuidadosamente su cabello de «muñeca de trapo» y su vestido «barato», que a ella le había pa-recido precioso. Entonces, no pudo contener las lágrimas durante más tiempo. Desde su punto de vista, el vestido había costado bastante dinero, pero aquella cantidad probablemente no era nada para aquellas personas tan ricas.
Sin embargo, lo que más la preocupaba eran los mensajes que había visto en el móvil de Peter. Una mujer llamada Candela. Recordó el nombre. Sly, la dueña de la peluquería, se lo había mencionado también. Evidentemente, aquella mujer era la que había sido prometida de Peter antes de que Lali lo conociera. Peter la había dejado, pero nadie parecía saber a ciencia cierta por qué.
Sabía que el suyo no era un matrimonio normal, que Peter se había casado con ella, pero que no la amaba. Iba siendo hora de que se acostumbrara a aquella realidad. ¿Cómo podía ella exigirle a su esposo lo mismo que otras mujeres? Se secó la cara, se retocó el maquillaje y decidió volver a la recepción.
Mientras atravesaba el bar, el hombre que había hablado sobre ella anteriormente se acercó a ella.
—Váyase.
—No creo que ni siquiera sepa quién soy. Me llamo Juan y soy de la rama inglesa del clan de los Lanzani.
—No sabía que había una rama inglesa.
—La madre de Peter, Alice, es inglesa. Es la hermana de mi madre — afirmó Juan, sorprendido de que Holly supiera tan poco.
Pobre lali mass
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