Peter se puso muy serio mientras estudiaba la pantalla del teléfono. Con un dedo, apretó un botón y la pantalla quedó vacía.
—No deberías haber accedido a mis mensajes —le dijo Peter, con gran frialdad.
Lali no podía dar crédito a lo que estaba escuchando.
—Bueno, pues resulta que tu sencillo teléfono no lo era tanto y no pude deshacerse de ese maldito mensaje. Además, creo que estás tratando de evitar hablar del tema. ¡No soy tan estúpida como para no darme cuenta!
—Si levantas la voz una vez más, voy a meterte en la limusina como si fueras un saco de carbón —murmuró él, con la voz llena de amenazas.
Lali contuvo el aliento. Se sentía a punto de explotar por la furia que ardía dentro de ella.
—Ahora, sube a la habitación y cámbiate para que podamos despedirnos de nuestros invitados —añadió él.
—¿Con qué quieres que me cambie?
—En el traje que has traído para irnos de viaje...
—No he traído nada. Tú me dijiste que no nos íbamos a marchar hasta mañana. Eso ha sido la única cosa que sí me has dicho. Y con esto me refiero a que no mencionaste a los doscientos invitados, a la prensa ni el banquete de bodas.
—No me puedo creer que no hayas traído nada para cambiarte, pero supongo que querrás lanzar el ramo.
—Debes de estar de broma. ¿Quieres que desperdicie mis bonitas flores en esa gente?
Quince minutos más tarde estaban en el interior de la limusina, en un completo silencio. De hecho, la incomunicación siguió entre ellos durante largo tiempo, hasta que resultó imposible de soportar.
—Tu cabello es muy hermoso —dijo Peter, por fin—. Si has oído que alguien lo comparaba con el cabello de una muñeca de trapo, es envidia pura. Y tu vestido es maravilloso. Si fue barato, creo que hiciste la compra del siglo. Y a mí me parece que tu acento resulta muy mono. Tú no serías la misma sin él. Juan estaba borracho, pero siente mucho lo que dijo —añadió—. Sin embargo, tienes que admitir que no podía esperar que la novia se presentara en el bar. No me gusta lo que dijo y estoy furioso con él por haberte hecho daño, pero francamente, no me importa lo que diga la gente...
—¿Como Rhett Butler?
—Él se marchó. Yo no pienso hacerlo... no en mi noche de bodas — ronroneó Peter—. En cuanto al mensaje que viste, era uno antiguo. No sabía
que lo seguía teniendo en la memoria. Ahora ya está borrado.
Maaass
ReplyDeleteseguilaaa
ReplyDeleteotroo
ReplyDelete