Tuesday, December 1, 2015

capitulo 25

-¿Para qué molestarme?
-Firma el documento. Los dos sabemos que puedes pagar tu deuda con Nicolas -dijo él entonces-. Y estarás en el aeropuerto dentro de una hora.
Lali cerró los ojos y siguió subiendo la escalera sin contestar. Cuando creyo que nadie la vela, corrió por el pasillo y se tiró sobre la cama.
¿Era cierto? ¿Era cierto que Marianela tenía dinero suficiente para pagar a Nicolas? Lali no creía que su hermana tuviera tanto dinero ahorrado. Furiosa consigo misma, con Peter y con su hermana, enterró la cara en la almohada y empezó a llorar.
¿Por qué lloraba?, se preguntó. Porqué se sentía poderosamente atraída por Peter y él estaba deseando librarse de ella. ¿Sería Peter uno de esos hombres que debían acostarse cada día con una mujer diferente? Tenía que enfrentarse con la realidad. Peter no era hombre para ella.
Y estaba harta de hacerse pasar por Marianela. Quería contarle la verdad, pero sabía que Peter se pondría aún más furioso si supiera que lo habían engañado doblemente. No había salida. En cuanto se enterase de que Marianela seguía en Londres, intentaría vengarse. Y Marianela no merecía que le arruinasen la vida. Lali protegería a su hermana durante el tiempo que fuera posible.
La llegada de una criada con la bandeja del almuerzo hizo que Lali se secara las lágrimas. Después de comer, se puso una falda de flores, la blusa bordada y las zapatillas de deporte que se había puesto el primer día y salió a dar un paseo.
Cuando salió de la casa, descubrió que los jardines eran tan espectaculares como el paisaje que se divisaba desde su ventana.
Había un camino de piedra en el jardín y Lali decidió seguirlo. Cuanto más exploraba, más le gustaba aquel lugar, lleno de flores y pájaros de colores. Un mono saltó de una rama, sobresaltándola. Lali sonrió, observando a la pequeña criatura. Nunca había visto nada parecido.
Más calmada, se dio cuenta de que había adoptado una actitud equivocada en la oficina. Tendría que demostrarle a Peter que podía cumplir su palabra. ¿Cómo iba a hacerle creer que podía pagar su deuda a plazos si no se esforzaba por aprender a usar un ordenador? Todo el mundo sabe usar un ordenador, se decía. No podía ser tan difícil.
Después de tomar la decisión, Lali siguió paseando. Unos minutos después, al tomar una curva del camino, se paró de golpe. Sólo entonces recordó las palabras de Euguenia sobre que la Hacienda de Oro era un tesoro para los arqueólogos. Frente a ella, en un clam, se encontró con un templo maya.
Si hubiera podido ir a la universidad, Lali habría estudiado arqueología y la cultura maya era una de sus favoritas. Antes de salir de Londres, se había preguntado si tendría oportunidad de visitar las ruinas de Peten. Y allí estaban, la mejor de las experiencias para un arqueólogo aficionado.
Mucho tiempo después, cuando Lali inspeccionaba unas piedras que había visto sólo en fotografías, su exploración fue interrumpida. -¿Qué demonios has estado haciendo toda la tarde? -escuchó una voz familiar.
Peter estaba a un metro de ella, mirándola con irritación.
-¿Perdón...? -murmuró, intentando apartar la mirada de aquel hombre que, enfadado o no, le resultaba irresistible.
-Hay patrullas armadas controlando este sitio día y noche. Imagina que te hubieran tomado por una ladrona de antigüedades. No puedes ir caminando por la jungla como si fuera una calle de Londres.
-No estoy en la jungla...
-¡Claro que sí, estúpida! -la interrumpió él-. ¿Sabes el tiempo que he tardado en encontrarte?

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