Wednesday, December 9, 2015

capitulo 29 y 30

Lali se sonrojó complacida por el cumplido y le dio las gracias con una inclinación de la cabeza. —Permíteme que te invite a comer en uno de los restaurantes de la isla, como gesto de agradecimiento por tu trabajo. Podemos ocuparnos de los detalles y ganar así tiempo para que esté todo listo para Navidad. Aunque empezaba a tener hambre y no le iría nada mal comer algo, no le parecía buena idea pasar más tiempo con él del estrictamente necesario. Sería mejor regresar al palacio y pedir que le llevaran algo a su habitación, donde pudiera ocultarse y trabajar lejos de Peter. —Gracias, pero no. Preferiría volver y ponerme a trabajar —dijo ella, sin mirarlo a los ojos. Él entornó los ojos levemente ante el rechazo, y Lali se preparó para discutir. Pero Peter giró la cara hacia el frente y dijo: —Está bien. Deberías recordar algo, no obstante. —¿Qué? Peter la miró a los ojos nuevamente, con su penetrante mirada verde. —No podrás evitarme todo el tiempo.Peter comprobó la hora por tercera vez en diez minutos. Estaba al pie de la escalera principal, esperando a Lali, mientras los demás aguardaban ya en el comedor para cenar. Pero los minutos pasaban y Lali no aparecía. Al ver que una criada salía del comedor se acercó a ella. —¿Podrías subir a la habitación de la señorita Espsoito y averiguar por qué se está retrasando tanto? —Lo lamento, señor, pero avisó antes para excusarse y pedir que le subieran la cena a su habitación. —¿Está enferma? —preguntó, frunciendo el ceño en señal de sincera preocupación. —No estoy segura, señor. No dijo nada. —Gracias —y con una inclinación despidió a la criada. Tan pronto como ésta desapareció de la vista, se giró y subió las escaleras. A los pocos minutos estaba llamando con los nudillos a la puerta de Lali. La oyó decir que esperara un segundo y al momento se abrió la puerta. Estaba de pie con un camisón corto azul turquesa y una bata a juego de un tejido que se le ceñía al cuerpo y Peter sintió que se le secaba la boca nada más verla. Llevaba una especie de recogido flojo en lo alto de la cabeza. No pudo evitar abrir desmesuradamente los preciosos ojos color chocolate sorprendida, pero al momento los entornó molesta. Notó entonces en que Peter tenía la mirada fija en el canal que formaban sus pechos y se cerró la bata. —¿Puedo hacer algo por ti? —preguntó en un tono, que con seguridad no sería el que habría que utilizar para dirigirse a un miembro de la realeza. Peter  contuvo la diversión que le provocaba la situación y la miró con expresión seria, las manos enlazadas a la espalda. —Me han dicho que no ibas a bajar a cenar y he subido a asegurarme de que no te ocurría nada. ¿Estás bien? La expresión de Lali se suavizó al oír sus palabras. —Estoy bien, gracias. Decidí cenar aquí, para poder seguir trabajando. —No has dejado de trabajar desde que llegamos del hogar infantil —dijo él, más como afirmación que como pregunta. —Para eso es para lo que me contrataste —replicó ella, con una pequeña sonrisa.

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