Wednesday, December 9, 2015
capitulo 31
Se soltó un poco la bata y Peter vislumbró nuevamente su escote. Notó que
su cuerpo se ponía tenso y empezaba a tener calor.
Entonces se aclaró la garganta, esforzándose por pensar en algo que no fuera
desnudarla y hacerla retorcerse de placer bajo su cuerpo. Pero ante la incapacidad de
hacerlo, asintió con brusquedad y se fue por donde había llegado.
No recuperó el sentido común hasta que hubo recorrido los dos corredores y
bajado la escalera principal, y entonces pudo decidir lo que iba a hacer.
En primer lugar, fue al comedor, donde los demás miembros de la familia ya
tenían la cena servida, y les dijo que no cenaría con ellos. A continuación se acercó a
las cocinas del palacio y pidió que preparasen dos bandejas en vez de una y las
subieran a la habitación de Lali.
Esperó mientras las preparaban y después acompañó al joven criado con el
carrito. Lali abrió la puerta y frunció el ceño al ver que el criado iba acompañado
por Peter. Dicho sea en su honor, Lali se contuvo hasta que el chico introdujo
el carrito en la habitación.
El chico miró entonces a Peter, esperando a que éste le dijera dónde quería
que les sirviera la comida.
—Está bien, Franc. Ya me ocupo yo. Gracias.
El joven inclinó la cabeza y salió rápidamente de la habitación, cerrando la
puerta detrás de sí, y los dejó a solas.
Lali miró por encima las bandejas con las cubiertas de plata y el vino que
reposaban sobre el carrito y clavó los ojos en él.
—¿No estarás pensando en cenar conmigo? —preguntó, sin molestarse en fingir
un ápice de cortesía, mientras se cruzaba de brazos y tamborileaba el suelo
impacientemente con la punta del dedo gordo. Estaba descalza y llevaba las uñas
pintadas de rojo.
—Como tú misma has dicho, tenemos mucho que hacer, y coincido contigo en
que cenar en tu habitación es una manera de seguir avanzando. Cenaremos en el
balcón —añadió, empujando el carrito hacia la terraza—. Te gustará. Trae tus
papeles, si quieres, y podemos discutir de los detalles mientras cenamos.
Lali no dijo nada, pero le hubiera dado igual que hubiera dicho algo.
Concederle la posibilidad de responder era invitarla a negarse, y no tenía intención
de aceptar más excusas. Lali lo siguió hacia las ventanas francesas sin decir palabra, pero se detuvo
antes de salir al balcón.
Todavía había luz natural, aunque empezaba ya a anochecer, y las brillantes
tonalidades de la puesta de sol se apreciaban ya en el horizonte. La temperatura era
normalmente bastante agradable en esa época del año, pero hacía algo más de calor
de lo normal, por lo que Peter no tuvo reparos en sugerirle que cenaran fuera pese
a ir vestida con un fino camisoncito de nada.
Y si tenía frío… se le ocurrían un montón de formas de hacerla entrar en calor.
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