Wednesday, December 9, 2015

capitulo 33

Y diciendo esto, entró en el salón de la suite mientras ella lo seguía con sus expedientes. Sin dar tiempo al criado a llamar una segunda vez, Peter abrió la puerta y le indicó que entrara y sirviera el café y el postre en la mesa baja que había frente al fuego. Mientras tanto, Peter bajó la intensidad de las luces y se dispuso a encender fuego. Lali lo observaba todo desde la puerta del dormitorio, disgustada consigo misma por estar observando con admiración la amplia espalda del príncipe. Su estrecha cintura. Los poderosos músculos que se tensaban, bajo la camisa blanca y los pantalones oscuros, a cada uno de sus movimientos. Tragó con dificultad, sintiendo una oleada de calor que le subía por el pecho, sonrojándole el cuello y las mejillas. Fijarse en los considerables atributos físicos de Peter, era lo último que debería estar haciendo. De hecho, reconocer que lo encontraba atractivo, representaba ya bastante peligro. Un riesgo que no podía correr. Y pese a todo, no era capaz de apartar los ojos de él. —¿No hace demasiado calor para encender el fuego? —le preguntó, mientras el criado terminaba de servir las bandejas y salía discretamente de la habitación. —Me ha parecido que tenías frío —replicó el príncipe, volviéndose para mirarla. Fijó la atención en las piernas desnudas de Lali, detalle que a ella no le pasó desapercibido, y tuvo que reunir toda su fuerza de voluntad para mantener el tipo y no hacer ademán de cubrirse. Y si no lo hizo, fue porque sabía que Peter se había fijado en la carne de gallina que se le había puesto antes, mientras cenaban. Le conmovió la consideración de Peter, algo que no quería sentir. —No nos acercaremos demasiado —añadió, alejando un poco la mesa antes de tomar dos de los cojines del sofá—. Ven a sentarte. Se sentó entonces sobre uno de los cojines en el suelo, con las piernas cruzadas, y dejó el otro para ella. Pero en vez de sentarse uno frente al otro, ahora estarían mucho más cerca, separados tan sólo por la esquina de una pequeña mesa de centro. No era el escenario típico de una reunión de trabajo. Claro que tampoco lo era su atuendo. Nada era típico en toda aquella situación. Lali atravesó la habitación descalza, dejó los expedientes a un lado y se sentó con las piernas cruzadas. Peter sirvió café de la jarra de plata, mientras ella echaba un vistazo al postre: un bizcocho esponjoso de un tono dorado, partido en rebanadas con jugosas fresas dentro y cubierto todo con abundante y espesa nata. Se le hizo la boca agua. Como quiera que la reunión estaba adquiriendo rápidamente tintes románticos, Lali optó por sacar el tema de la fiesta de Navidad en el orfanato, y no se detuvo hasta que hubieron terminado una porción de bizcocho y una taza de café cada uno. Dicho sea en su honor, Peter siguió la conversación en todo momento, y no hizo ningún comentario íntimo fuera de lugar.

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