Monday, December 14, 2015
capitulo 4
¿Cómo podrían no serlo? ¡Convivió con aquellos ojos verdes por
más de tres años!
— Debes estar nerviosa por causa de la reunión de los directores de
mañana —dijo Eugue, notando al final que Lali no comía absolutamente
nada. — Si yo fuera tú, no me preocuparía. Tu promoción es un hecho.
— Nada es un hecho, Eugue. —Lali suspiró.
— El sr. Haland está muy inclinado a proponerte para la gerencia de la
sección de finanzas, y los demás directores aceptarán su recomendación.
— Pero hay otros candidatos muy competentes.
— Dudo que tengan las mismas calificaciones que tú.
Lali deseaba mucho que su amiga Eugue tuviese razón. Mientras pasó
sus dos semanas de vacaciones en la casa de su hermana, rezó para conseguir
esa promoción. No por desear el estatus, sino simplemente por causa del
aumento de salario.
Edwin Haland se levantó de la mesa, conduciendo al invitado de honor al
podio. Bajo los luces, el cabello negro de Peter parecía de seda, y Lali se
encontró pasando los dedos por aquella cabellera oscura. La piel de ella se
prendía fuego, y dedos trémulos sostenían la copa. A pesar de intentar
controlarse, no entendió una palabra del discurso de Peter.
Pero debía haber sido divertido, pues las carcajadas hacían eco por la
sala.
— No me extraña el hecho que los directores se hayan preocupado tanto
por nuestro invitado. Ve como la sala está repleta de periodistas —comentó
Eugue.
Edwin hizo una seña a Lali para que se acercara. Así que ella llegó
cerca, dijo:
— Un discurso formidable, ¿no te parece? —Edwin pasó un brazo por los
hombros de ella. Lali se sorprendió.
— Buen discurso, si —concordó.
— ¿Dónde te metiste horas atrás? Quería que te sentaras con nosotros en
la mesa principal.
— No tenía idea que me estaba buscando. Disculpe.
Cuéntale ahora, una voz interior le decía. Cuéntale a Edwin que un día
trabajaste para Peter, aunque ese detalle no haya sido mencionado en su
currículum.
— Creo que la culpa fue mía —dijo Edwin. — Debería haberte prevenido
antes que quería que te quedaras con nosotros en la mesa principal.
Tomando coraje, Lali comenzó a decir:
— Edwin...
— ¿Te diste cuenta que es la primera vez que me llamas por mi nombre?
— Edwin rió.
Lali se sonrojó. Siempre fue muy formal con sus directores.
— Pero no me pidas disculpas. Ser llamado todo el tiempo sr. Haland,
señor en vez de tú, me hace sentir viejo como Matusalén.
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