Friday, December 4, 2015

capitulo 54 y 55

-Debía empezar a trabajar hoy y he olvidado llamar por teléfono -contestó ella. Mientras Lali llamaba a información para pedir el número y después daba toda clase de explicaciones al gerente de la tienda, Peter la miraba sorprendido.
-¿Por qué me miras así?
-Es el día de nuestra boda. Me sorprende que te molestes en llamar para decir que no vas a ir a trabajar. -No me gusta defraudar a nadie.
Las facciones de Peter se endurecieron.
-Es una pena que no hayas tenido la misma consideración conmigo.
-Si estás hablando de que me hiciera pasar por Marianela, eso fue completamente diferente.
-¿Diferente? Desde luego que sí -murmuró él.
-Pero podría haberte contado la verdad sino hubieras sido tan desagradable. Decías unas cosas tan horribles de mi hermana que... -¿Esa es tu excusa? -la interrumpió él-. Estaba muy enfadado por lo que le había hecho a Nicolas. -Marianela no quería hacer sufrir a nadie. Ella creía de verdad que Nicolas era un hombre muy rico.
-Su comportamiento sigue siendo inaceptable.
-Es mi hermana y la quiero mucho. Con defectos y todo -dijo Lali, levantando la barbilla-. La gente cambia, Peter. Encontrar la felicidad con Rama ha cambiado a mi hermana y espero que no lo pierda nunca. -Ya. Pero no te importa nada lo que yo piense de ti. -Eso no es verdad.
- ¡Te dije que te habías comportado como una cualquiera y tú no te defendiste! -le espetó él, furioso-. Me mentiste. Incluso la noche que hicimos el amor, estabas mintiendo. Pero lo peor de todo, me hiciste creer que te acostabas con dos hombres y no sabías de quién era tu hijo.
Lali se quedó mirándolo, sin entender cómo seguía tan furioso, cómo no había entendido que ella no podía hacer otra cosa. -Yo podría haberme marchado para siempre. Podría haberte abandonado. Pero a ti no te importaba.
-Yo... me habría puesto en contacto contigo.
-¿Cómo? ¿Crees que habría aceptado tus llamadas? Una mujer que me hace creer que se acuesta con dos hombres no es una mujer que pueda ser mi esposa. Solo espero que seas más responsable con nuestro hijo de lo que lo has sido conmigo. Después de eso, Peter le dijo algo al conductor en español y el hombre paró la limusina.
-Peter, ¿dónde vas? -preguntó Lali cuando él salió del coche.
-Necesito un poco de aire fresco -contestó Peter.
Unos segundos después, el conductor volvió a arrancar y Peter desapareció entre la multitud. Lali miró su reloj. Llevaban media hora casados y su marido había desaparecido. Tenía que contener las lágrimas, tenía que hacer un esfuerzo, se decía.
No había excusa para haber dejado creer a Peter durante dos días que Rama era su amante, sobre todo estando embarazada. Había seguido pensando que lo más importante era Marianela, pero esa no era justificación. No había pensado en el sufrimiento de Peter.
Cuando volvió a la casa, estaba demasiado triste como para preocuparse porque su marido la había abandonado poco después de casarse. Peter seguía furioso con ella y Lali lo entendía. ¿Cómo podía haber tratado al, hombre que amaba de esa forma? ¿Cómo podía haberse olvidado por completo de sus sentimientos?
Quizá Peter se había dado cuenta de que no podía seguir casado con ella, quizá la despreciaba de tal modo... Angustiada, Lali decidió hacer algo para olvidarse de aquello.
El árbol de Navidad que había comprado el día anterior estaba colocado en el salón y decidió adornarlo. Aquel árbol le llevaba recuerdos de su infancia, cuando Marianela y ella vivían felices con sus padres. El mayordomo había dejado en el salón un montón de cajas con adornos y Lali descubrió que eran antigüedades, quizá los adornos que los padres de Peter solían usar cuando pasaban las navidades en Inglaterra.
Sin quitarse el vestido de novia, Lali se puso un mandil por encima y empezó a decorar el árbol. Su entusiasmo aumentaba a medida que abría las cajas. Estaba sobre una silla colocando un exótico pájaro de colores cuando la puerta se abrió y Peter apareció en el salón con un paquetito en las manos. Ella se quedó paralizada y él también.
-¡Madre mía! -exclamó, tomándola por la cintura y dejándola en el suelo, como si hubiera estado a punto de caerse por un precipicio-. ¿Estás loca? Los criados deberían hacer esto.
Lali lo miró, aliviada. No iba a dejarla. No iba a despreciarla.
-Me encanta decorar el árbol y... -¿El día de tu boda?
-Necesitaba hacer algo. Y tú no estabas conmigo -contestó ella-. Antes de que digas nada más, quiero explicarte algo, Peter. Sé que debería haberte dicho quién era cuando viste a Rama, pero no pude hacerlo. Supongo que tenía tanto miedo de que arruinases la boda de mi hermana que...
Peter la tomó de la mano.
-Déjalo.
-No quiero -protestó ella-. Si tú no hubieras ido a la iglesia, te juro que yo habría ido a buscarte para darte una explicación. -No debería harte dejado sola el día de tu boda -murmuró él-. Pero tenía miedo de seguir haciéndote daño.
-Yo debería haber pensado en tus sentimientos, lo sé.
-El día que vi a Rama en tu casa, fue como si me clavaras un cuchillo en el corazón -admitió Peter-. Y cuando pensé que ibas a casarte con él... Fui a la iglesia con el propósito de evitarlo a toda costa. -Peter, no sabes cómo siento todo esto. Toda esta maraña de mentiras que...
-La preocupación por tu hermana es comprensible -la interrumpió él-. Y yo me porté como una bestia en Guatemala. Estaba tan enfadado con Marianela... Pero nunca habría llevado adelante mi amenaza. Nunca le haría daño a nadie.
-Yo debería haber sabido eso -suspiró Lali.
-¿Cómo? Desde que te vi, me volví loco por ti. Y eso me ponía furioso. Pero mi rabia no es excusa para haberte tratado como lo hice. Aunque creyera que eras una buscavidas.
-Yo estaba tan sorprendida... -empezó a decir Lali.
-Lo sé. En realidad, también yo me sorprendí a mí mismo. Nunca me he portado así con nadie.
Para Lali oír aquello era como un bálsamo que curaba su corazón. Cuándo lo miró, no pudo evitar una sonrisa.
-Me alegro tanto de que hayas vuelto a casa. Creí que te habías ido a Guatemala.
-Tengo demasiado temperamento, gatita - confesó Peter, mirándola con una intensidad que la quemaba por dentro.
Lali se quitó el mandil y miró sus manos.
-Tengo que lavarme. Estoy llena de polvo -murmuró, abriendo la puerta del salón.
-Te pido disculpas por todo lo que te he hecho, Lali -dijo él, tomando su mano y besando la palma con fuerza, sin importarle el polvo. -A Lali le temblaban las rodillas.

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