Friday, December 11, 2015
capitulo 57
—Trabajaré durante las vacaciones navideñas. Tenía intención de hacerlo de
todas formas.
Como no iba a poder compartirlas con su familia y el ejército de criados ya se
había encargado de decorar el palacio de arriba abajo, sospechaba que este año el día
de Navidad iba a ser como cualquier otro día del año.
Había decidido que lo pasaría sola en su habitación, en vez de entrometerse en
las celebraciones que llevara a cabo la familia real. Al menos ahora, tendría un jugoso
proyecto del que ocuparse que la mantendría ocupada.
Le pareció que oyó que Peter mascullaba algo así como: «Eso ya lo veremos»,
pero de pronto se levantó y dijo con voz más firme:
—Está bien. Hablaré con mi familia y te daré una respuesta.
Lali asintió y se levantó, mientras Peter se dirigía a la puerta y la abría.
Lali avanzó un par de pasos en su dirección y de pronto se detuvo.
—¿Querías hablar de algo más? —preguntó Peter al verla vacilar.
Lali, que tenía los brazos estirados a lo largo de los costados, apretó los
puños una vez y los soltó, removiéndose con nerviosismo mientras se debatía entre
confesarle el motivo de su preocupación o no.
—Lali —murmuró él con suavidad, al tiempo que se acercaba a ella.
Lali enderezó los hombros y lo miró a los ojos, haciendo que Peter se
detuviera en seco.
—Es sobre lo que pasó anoche… —comenzó, armándose de valor para
mantener una conversación que le daba verdadero pánico.
—¿Sí? —preguntó él, sin imprimir inflexión alguna a su voz.
Era evidente que no tenía intención de ponérselo fácil.
—No puede volver a ocurrir —dijo ella sin pensárselo más, como cuando tiras
de una esparadrapo para que no te haga tanto daño.
—Ya —dijo él, con el mismo tono carente de emoción, aunque elevó una ceja,
única muestra de que le interesaba el tema.
—No. Soy consciente de que es exactamente lo que querías conseguir, el motivo
por el que me invitaste a venir desde el principio, pero ha sido un error y no volverá
a ocurrir.
Peter la observó detenidamente, durante un minuto que se hizo eterno. Se fijó
en la rigidez de su postura y la severidad de su rostro, y se preguntó cuánto se
enfadaría si le dijera lo atractiva que estaba cuando trataba de mostrarse autoritaria.
Decidió no tentar la ira de Lali, puesto que estaba a punto de hacer algo
que iba a ofenderla aún más, cerró la puerta y lentamente cubrió la poca distancia
que los separaba.
—Me temo que no puedo aceptarlo —replicó, tendiendo la mano para
acariciarle el cabello que le caía en una sedosa cortina por encima de los hombros.
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