Sunday, December 13, 2015

capitulo 66 y 67

—Vaya, me alegra oírlo. Ahora sé que no tengo que quitármelo, por mucho que me supliques que lo haga. —Los príncipes no suplican —le informó él, avanzando lentamente hacia ella. —¿No? —preguntó ella, sintiendo la boca seca de repente. —No. Estaba frente a ella, lo bastante cerca como para tocarla, pero mantenía los brazos a lo largo de los costados. Lali creía que el corazón se le iba a salir y tuvo que contener las ganas de contonearse. —¿Y qué hacen los príncipes? —preguntó, con voz ronca de creciente deseo. Peter tendió la mano y le rozó la mejilla con los dedos. —Será mejor que te lo enseñe. —¿No se nos enfriará la cena? —¿Te importa?Más tarde por la noche, Lali permanecía despierta en la cama, acurrucada en los brazos de Peter. Físicamente, no podría sentirse más cómoda y saciada, pero en su interior reinaba un caos emocional. Había hecho precisamente lo que se había jurado que no haría, convertirse en la amante de Peter. Por alarmante que fuera, por mucho que la llevara a cuestionarse su propia personalidad, no era eso lo que la mantenía despierta. Menos de una hora antes, había llegado a la conclusión, mientras Peter la besaba, la acariciaba y la hacía suspirar, que se estaba enamorando de él. Tragó con dificultad y parpadeó rápidamente para contener las incipientes lágrimas. Tenía la mejilla apoyada sobre el pecho de Peter, que subía y bajaba pausadamente con su respiración. Aquello sí que era un problema. Una aventura era una cosa. Pero ¿cómo iba a volver a casa con una sonrisa, dejando en Glendovia su corazón roto? ¿Cómo se suponía que iba a fingir que lo que había habido entre ellos, no había sido más que una aventura pasajera, cuando para ella había sido mucho más? Peter se removió ligeramente y Lali contuvo la respiración. Al ver que seguía dormido, se relajó un poco. Dado que sabía que para él no era más que una distracción pasajera, y que no compartía sus sentimientos, tendría que manejar la situación lo mejor que pudiera. Ocultar sus sentimientos. Y cuando llegara el momento, se iría. Cerró los ojos y se fue adormeciendo, convenciéndose de que tendría que ir acostumbrándose al dolor que le atenazaba el corazón, porque iba a convivir con él mucho tiempo. Regresaron a la mañana siguiente, Nochebuena, muchas horas antes de que tuviera lugar la fiesta anual de la familia real. Peter le había dejado muy claro a Lali que tenía que asistir, aunque a ella no le apeteciera mucho. Al bajar del avión fueron abordados por la prensa, que no dejaba de acosarlos con preguntas y con los flashes de sus cámaras. Alandra no consiguió comprender exactamente lo que decían, y Peter la apremió a entrar en el asiento trasero de la limusina, antes de que pudiera descifrar el significado de sus preguntas. —¿De qué iba todo eso? —preguntó sin aliento, cuando el coche se puso en movimiento. Él sacudió la cabeza. —Han debido de enterarse de nuestro viaje y querrán cerciorarse de que es un buen tema de portada.

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