Sunday, December 13, 2015

capitulo 74

Inspiró hondo, rezando porque no se tropezara con el bajo del vestido, y salió a la improvisada pasarela, entre aplausos y la voz del maestro de ceremonias que ensalzaba sus virtudes femeninas y resumía brevemente los detalles concertados con anterioridad, para la cita que tendría lugar con el agraciado ganador. Se sentía como un animal en un zoo, expuesta a las miradas de todos, objeto de sus valoraciones. A medida que se fue acercando al final de la pasarela, el estómago le dio un vuelco cuando se dio cuenta de que nadie había pujado por ella. «Dios mío, por favor, que me trague la tierra». Se detuvo al final de la pasarela y posó, más por vergüenza que por deseo de parecer una supermodelo. A excepción del maestro de ceremonias que preguntaba si alguien ofrecía algo por ella, en la sala reinaba el silencio más absoluto. Parecía que los escándalos no se habían olvidado por completo aún. Lali parpadeó varias veces seguidas, sintiendo las miradas de un centenar de personas clavadas en ella como rayos láser. Ya iba a darse la vuelta, totalmente humillada para ocultarse tras el telón cuando una voz cortó el silencio desde el fondo de la sala. —Doscientos cincuenta mil dólares. Lali notó que se le paraba el corazón, mientras trataba de vislumbrar al hombre que había ofrecido una cantidad tan escandalosa por ella. El resto de la gente la imitó, girándose en sus asientos para ver quién podía ser el hombre misterioso. —¡Vendida al caballero del fondo! —declaró, eufórico, el maestro de ceremonias. Al oírlo, el hombre dio un paso hacia delante. A medida que se iba acercando hacia ella, fue haciéndose más visible a la luz, y Lali notó que se le paraba el corazón otra vez, aunque por una razón muy distinta esta vez. Peter, ataviado con sus mejores galas, se abrió paso entre la multitud. Un par de musculosos guardaespaldas vestidos de negro lo seguían de cerca, lo cual hacía resaltar su presencia aún más. Lali abrió la boca, pero no pudo articular palabra. Peter se detuvo al llegar al extremo de la pasarela, y levantó la vista hacia ella. Le tendió una mano, su rostro no mostraba nada. —¿Me permites? —le preguntó con su voz profunda e intensa, que le provocaba escalofríos. Sin pensar de forma coherente, Lali tomó la mano que le ofrecía. Dejó que la bajara de la pasarela y que la escoltara hasta la parte trasera del edificio. Dejó que se la llevara de la subasta benéfica que ella había organizado, lejos de las miradas curiosas, hasta la limusina que esperaba fuera, en el camino de acceso pavimentado del club de campo. Peter la invitó a subir al vehículo y después subió él. Al segundo, Lali oyó que el chófer cerraba la puerta, pero la mampara que separaba la parte delconductor y el asiento de los pasajeros estaba levantada, por lo que sabía que a todos los efectos era como si Peter y ella estuvieran a solas.

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