Monday, February 8, 2016

capitulo 18

-Alejo no... no lo sa... sabía y se molestó mucha por todo lo que publicó la prensatartamudeó. -¡Accidenti! Salí con ella unas pocas semanas y tenía el problema mucho antes de conocerme, pero la persuadí para que se pusiera en manos de expertos -los esmeralda ojos la desafiaron-. Incluso me ocupé de que estuviera en una unidad especial que le propiciara todo el apoyo que necesitaba. -Alejo habría estado tan aliviado de saberlo -dijo Lali bajándose tras él del coche y apoyando una ansiosa mano en su brazo. Él la miró desde su altura con tal arrogancia, que ella retiró la mano como si se hubiese quemado. -No era mi intención herir tus sentimientos -lo miró con sincera preocupación. -¿Herir mis sentimientos? ¿De dónde has sacadola idea de...? -No aceptas bien las disculpas, ¿verdad? -dijo Dixie, azorada ante la amarga rabia que relampagueó en sus brillantes ojos verdosos-. Cada vez que abro la boca, meto más la pata. -Vendría bien que hicieras voto de silencio -masculló Peter. Lo ponía nervioso, se dijo Lali consternada y encorvó los hombros. -No te encorves -una delgada mano le empujó la espalda para que se enderezara. De repente, a Lali se le vino el mundo abajo. Era tan frío, cruel y crítico que siempre había encontrado imposible concentrarse cuando estaba con él. Peter miró la temblorosa línea de sus labios. -¡No voy a llorar! ¡No! -juró Lali. -No te creo. Sus enormes ojos cafe se llenaron de lágrimas. -Dio. Tienes unos ojos preciosos -aseguró Peter con un tono abrupto y áspero, mirándola a la cara como si fuera la única mujer del universo. Completamente anonadada, Lali lo miró conteniendo la respiración. Su voz profunda y sensual le recorrió la columna como una ola, causándole un escalofrío. Paralizada por esos increíbles ojos insondables, creyó que el mundo se había detenido. Sin embargo, en otro nivel, reconoció el deseo desesperado que surgía de sus entrañas como una bestia hambrienta y aterradora. La sensación la asustó enormemente, pero aunque quisiera no podría haberse movido, ni hablado, ni roto el hechizo que la encadenaba. Fue Peter quien lo hizo. Las negras pestañas descendieron, liberándola de la prisión de sus emociones. Mientras lo miraba, desorientada por lo que le sucedía, lo vio respirar lenta y profundamente, como un hombre que se recupera de un largo sueño y comienza a caminar. -Acabo de tener una sensación muy rara -le confió Lali, corriendo a su lado y chocándose con unos turistas. -¿Una sensación rara? -formuló Peter con voz inexpresiva, tirando de su mano para sacarla de entre la gente. -No me siento muy bien -declaró. Sentía el cuerpo primero frío y luego caliente, la cabeza le daba vueltas, las piernas las sentía débiles como gelatina y los pechos le latían de la forma más incómoda. Enfocó los ojos asombrados en la corbata de seda burdeos-. Espero que no sea la gripe. Quizás estoy triste porque no veré a Benjamin durante un tiempo. Lo miró a los ojos, sorprendida por la intensidad de su mirada penetrante. -¿Por qué dijiste eso de mis ojos?-preguntó. -Estaba tratando de distraerte para que no lloraras. Y funcionó -dijo, con ojos tan helados y remotos como el Himalaya. Peter la hizo atravesar las puertas doradas de la impresionante tienda frente a la cual se habían detenido, pero una vez dentro, la abandonó para irse a conversar con una esbelta mujer mayor que parecía esperarlo. -Mariah te elegirá la ropa -dijo volviendo al rato-. No cuestiones su elección. Sabe lo que quiero. Y con fría seguridad se marchó. Lali lo vio irse perpleja. ¿Qué había hecho para merecer ese tratamiento tan frío? Ser Lali Esposito, decidió tristemente. Torpe, indiscreta y vergonzosamente emocional. Tres fallos que Peter nunca podría aceptar. La tarde siguiente, Lali se echó una mirada de duda en el espejo del dormitorio. No se reconocía. El traje de chaqueta azul exponía mucho más de lo que ella estaba acostumbrada a mostrar. La camiseta de seda que llevaba debajo dejaba ver el nacimiento de sus senos, y los zapatos de finísimo tacón y elegantes tiras tenían una altura peligrosa que le dificultaba un poco el caminar. El teléfono junto a su cama sonó.

No comments:

Post a Comment