Saturday, May 23, 2015

capitulo 10

Peter no había sabido lo que era el amor hasta el día en el que durante una boda interminable había visto a una preciosa chica de pelo color castaño que jugaba con los niños y les hacía trucos de magia.
Paula se había convertido en toda una mujer mientras él estaba trabajando en el extranjero y se había formado como profesora.
Al principio, ni siquiera la había reconocido, pues la última vez que se habían visto era tan sólo una niña.
Entonces, se había dado cuenta de que quería casarse con ella y en ese mismo instante habían comenzado sus tribulaciones y sus sufrimientos.
Ahora, le sucedía lo mismo.
Aunque no se atrevía a comparar el deseo lujurioso que sentía por Lali Esposito con el sincero amor que lo atraía hacia Paula, lo cierto era que volvía a verse atrapado por una mujer a la que no podía tener.
Peter recapacitó y se dijo que, tal vez, aquel mal que lo aquejaba venía dado por demasiado tiempo de abstención sexual y decidió que aquello solamente lo podía curar una mujer abierta y decidida.
Y sabía exactamente a quién recurrir.
Lady Rocio  Igarzabal, la dueña de la propiedad vecina, una viuda de gustos muy caros, pero que no había quedado demasiado bien económicamente y que nunca había ocultado que estaba interesada en él.
En el descanso de la mañana, Cande miró a Lali y frunció el ceño.
-¿Te pasa algo? Tienes ojeras, como si no hubieras dormido bien.
-Estoy bien... -murmuró Lali.
Lo cierto era que llevaba varias noches sin poder conciliar el sueño, incapaz de dejar de pensar en el misterioso conductor de la motocicleta y, cuando se metía en la cama y cerraba los ojos, él volvía a protagonizar sus sueños, cuyo contenido Lali jamás se habría atrevido a compartir con nadie.
-¿Algún problema en casa? -insistió Cande.
-No -contestó Lali-. El otro día me tropecé con un motociclista, el viernes por la tarde... creo que está alojado en el castillo... -añadió mordiéndose el labio inferior.
-Por aquí siempre hay un montón de caras nuevas y da la casualidad de que ha venido un escritor para documentarse sobre la historia del castillo y un pajarito me ha dicho que llegó en moto -contestó Cande-. Sin embargo, no creo que sea tu príncipe azul porque es bastante mayor.
-No, el hombre del que yo te hablo no es mayor -le corroboró Lali-. Era joven y parecía de otro país...
-¡Ah... ése! -exclamó Cande-. Es el albañil polaco que está encargándose del nuevo establo. ¿Es alto, moreno, de piel bronceada y muy guapo?
Lali asintió cuatro veces como una marioneta.
-Lo vi en el pueblo el sábado por la noche. Desde luego, jovencita, tienes buen gusto.
Lali enrojeció de pies a cabeza.
-¿Sabes si está casado? -consiguió preguntar.
-No, no está casado -rió Cande-. Ahora entiendo por qué estás en las nubes. ¿Hablaste con él? ¿Ha sido un flechazo?
-¡Cande! Yo simplemente estaba dando un paseo, nos encontramos y hablamos durante un minuto. Era sólo curiosidad.

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