Friday, May 22, 2015

capitulo 6

A Lali le encantaba la música y uno de los pocos placeres que tenía en la vida era escuchar la radio, pero su padre se la había roto cuando Mercedes se había quejado de que la chica pasaba demasiado tiempo escuchándola y tardaba mucho en preparar el desayuno.
Lali todavía recordaba la cara de horror de su madrastra al ver la airada reacción de su marido.
Aquella tarde, después de comer, otra compañera le dio una revista que ella ya había terminado de leer y Lali la aceptó con la cabeza baja.
Mientras se iba, escuchó cómo sus compañeras comentaban que era una pena cómo la había educado su padre y, palabras textuales de la que le había regalado la revista: «a esa pobre chica le da miedo hasta su propia sombra».
«No es cierto», se dijo Lali mientras pedaleaba rumbo a casa.
No tenía tanto miedo, pero tampoco estaba tan loca como para buscar un enfrentamiento abierto con su padre antes de disponer de los medios necesarios para irse.
La belleza de aquel día de principios de verano pronto apaciguó su ánimo y la llenó de vitalidad.
Era viernes, su día favorito de la semana porque terminaba pronto de trabajar y solía tener la casa entera para ella durante la tarde porque su padre y Mercedes estaban haciendo la compra semanal.
Lali decidió sacar a pasear al perro y leer la revista y, media hora después, salía de casa de su padre y atravesaba la pradera verde en dirección al bosque. Una vez allí, entre los árboles, se quitó los zapatos, se desabrochó un par de botones de la blusa y se soltó el pelo para tumbarse al sol.
Squeak, un perrillo paticorto al que Lali adoraba, se tumbó exhausto a su lado y no advirtió, pues hacía tiempo que había perdido el oído, el ruido de un motor que se acercaba.
Lali comenzó a devorar la revista y pronto estuvo completamente inmersa en el mundo de las celebridades, de la moda y del cotilleo.
De repente, el atronador ruido de una moto la sacó de sus ensoñaciones y, al girar la cabeza, comprobó con horror que iban a atropellar a Squeak.
Rápidamente, se puso en pie y consiguió sacar al perro de debajo de las ruedas de la motocicleta, cuyo conductor perdió el equilibrio ante la repentina frenada y cayó al suelo.
Lali ahogó un grito de horror, pero pronto comprobó que al conductor no le había sucedido nada, pues se ponía en pie tan tranquilo.
-¿Qué hace usted aquí? -gritó al ver que el hombre se acercaba a ella.
Peter estaba furioso por haberse encontrado a una mujer sentada en mitad del camino, como si estuviera esperando a que alguien se la llevara por delante Y, para colmo, le estaba gritando.
Nadie le había gritado jamás.
Sin embargo, la belleza de aquella mujer nubló su enfado. Lucía una impresionante melena rubia que le llegaba a la cintura y tenía unos maravillosos ojos negros.
Peter se sintió atrapado por su belleza.
-¿Cómo se atreve a entrar en esta propiedad? Es delito -insistió Lali.
-Le aseguro que no soy ningún delincuente -contestó el motociclista con el casco puesto.

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