Friday, May 22, 2015

capitulo 7

-¿Ah, no? ¿Y qué es la persona que entra en una propiedad que no es suya? -contestó Lali enfadada porque todavía no le había pedido perdón por el incidente-.
¿No se ha dado usted cuenta de que iba muy rápido?
-Sé perfectamente la velocidad a la que iba -contestó Peter.
Lali se dio cuenta de que aquel hombre no hablaba como un gamberro, aunque se comportara como uno de ellos. Era imposible no advertir su acento inglés de clase alta, pero a Lali le dio igual.
Se estaba comportando fatal y eso era lo único que importaba, así que levantó el mentón y lo miró en actitud desafiante.
-¡Nos ha dado un susto de muerte a mi perro y a mí! -exclamó dejando a Squeak en el suelo.
Squeak se acercó a Peter, movió el rabo, se hizo un ovillo a su lado y descansó al
sol.
-Por lo menos, él no me grita -comentó Peter.
-Yo no estoy gritando -se defendió Lali-. ¡Lo único que quiero que comprenda es que podría haberme usted matado o haberse matado usted!
Peter se levantó la visera del casco y Lali se quedó de piedra.
Lo primero que se le pasó por la cabeza al ver sus ojos fue la imagen de un halcón de los que tenían en el castillo. Aquel hombre poseía una mirada penetrante y dura, pero también un espectacular brillo esmeralda en los ojos y unas pestañas negrísimas.
Lali sintió que el corazón le daba un vuelco y comenzaba a latirle aceleradamente.
-No sea usted exagerada -aulló Peter.
-Iba usted demasiado deprisa... -insistió Lali.
Peter no pudo evitar quedarse mirando el reflejo cegador del pelo de aquella mujer bajo el resplandor del sol y por primera vez en su vida olvidó qué iba a decir.
-¿De verdad? -preguntó quitándose el casco y revolviéndose el pelo.
Lali sintió que la boca se le secaba.
Aquel hombre era tan increíblemente guapo, que no pudo evitar quedarse mirándolo fijamente.
Tenía un rostro imposible de olvidar, una estructura ósea fantástica con unos maravillosos y altos pómulos, una nariz fuerte y masculina y cejas oscuras. Su complexión morena y su pelo oscuro sugerían unos ancestros de otras tierras.
Aquel hombre la sedujo rápidamente y Lali sintió que se mareaba como si hubiera estado dando vueltas sobre sí misma y, de repente, sintió en la pelvis algo que jamás había sentido antes.
-¿Cómo? -murmuró confusa.
Peter sonrió y Lali se sintió embrujada por aquella sonrisa.
-Es cierto que conduzco muy deprisa, pero le aseguro que soy muy buen conductor -apuntó Peter.
-Pero a esa velocidad es imposible ver el camino -insistió Lali.
-Desde luego, lo que uno no espera ni a esa velocidad ni a ninguna otra es encontrarse con una chica y un perro sentados en mitad del camino.
-En cualquier caso, esto es propiedad privada...
-Ya lo sé y sé perfectamente que no hay ganado suelto por aquí porque esta tierra es mía -contestó Peter.
-No, esta tierra no es suya. Da la casualidad de que yo vivo allí, bajando la colina, y sé perfectamente a quién pertenece esta tierra, así que no me puede usted engañar -sonrió Lali.
Peter se dio cuenta de que aquella mujer no lo había reconocido.

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