Friday, May 29, 2015

capitulo 13

Por un instante, Peter y Euguenia habían permanecido hombro con hombro y cuando Lali los había observado por primera vez, se había quedado sin aliento. Uno muy moreno y la otra muy rubia, pero los dos poseían aquel tipo de belleza física que hacía volverse las cabezas, de fascinación. Nunca se había sentido tan consciente de su cara desprovista de maquillaje y de aquel vestido de algodón que había conocido mejores tiempos.
—Los Henderson —había repetido Euguenia con impaciencia.
—Tendrás que disculpar a mi prima Euguenia. No es muy amable con los desconocidos —había
murmurado Peter mientras le extendía la mano a Lali—. Peter Lanzani. ¿A dónde vas?
—A casa.
Su mirada vacilante se había quedado atrapada en los ojos esmeralda al estrecharle la mano. Y él no la había soltado. Había seguido sujetándole mano con un débil fruncimiento de ceño mientras ella se sonrojaba con violencia.
—¡Peter, llegamos tarde! —había interrumpido Euguenia.
—¿Cómo te llamas? —había preguntado Peter como si su prima ni siquiera existiera.
—Lali... Lali Esposito.
—Lali... —había repetido él con suavidad esbozando una sonrisa devastadora que la había
dejado temblorosa.
Mientras él se agachaba para recoger la bicicleta y examinaba la rueda torcida y el desastre de los huevos rotos, ella lo había contemplado con fascinación deseando como una colegiala tener unas piernas larguísimas, unos senos más pequeños, unas caderas más estrechas y una cara de ensueño.
En definitiva, en aquel momento, habría vendido su alma al diablo por tener el físico que atrajera a un hombre del calibre de Peter. Pero no esperaba que sucediera tal milagro. Peter tenía el porte de una estrella de cine y parecía inalcanzable.
—Creo que lo mejor será reponer estos huevos —había dicho Peter con seriedad mientras se
incorporaba de nuevo.
—¡Dale algo de dinero, por Dios bendito! —le había apremiado Euguenia con incredulidad.
—No hace falta que me los restituya —había dicho apresurada Lali—. Y desde luego, no quiero
nada de dinero...
—Y después te tendremos que llevar a casa con la bicicleta —había continuado Peter con suavidad ignorando las objeciones de Lali tanto como las de su prima—. ¿Dónde viven los Henderson?
—Subiendo la colina, hay que atravesar el pueblo y después seguir unos quinientos metros hasta unos portones grandes a la izquierda.
—Bueno, dejaremos primero a mi prima.., ya que tiene tanta prisa —había murmurado Peter con
suavidad—. Pero me temo que tendrás que apretarte un poco en ese asiento trasero.
—No hace falta que me lleve.., ni soñarlo. ¡Puedo ir andando a casa desde aquí —había balbuceado apresurada al notar la mirada de furia de Euguenia. ante la idea de que subiera a aquel coche.
Pero Peter no se había dejado convencer. Había dejado a su prima en la mansión de los Henderson y había hecho ocupar a Lali el asiento del pasajero en su lugar.
—Explícales que hemos tenido un accidente y ofréceles mis disculpas —había ordenado con
frialdad a la furiosa Euguenia.
Entonces, había regresado al pueblo con Lali, había comprado los huevos, habían vuelto donde estaba la bicicleta y la había acompañado hasta la vicaría. Era un corto paseo de una milla y ella hubiera deseado que hubieran sido cien. Peter y Euguenia estaban invitados a una fiesta en la casa de los Henderson y Lali se había comportado como si se encontrara a menudo con gente que volara en Concorde desde Nueva York y condujera brillantes deportivos para pasar un fin de semana en el campo.
No había esperado volver a verlo nunca cuando se habían despedido a las puertas de la vicaría. Se había quedado asombrada cuando el anfitrión de Peter la había llamado por la tarde para invitarla a jugar un partido de tenis el día siguiente. Aunque los Henderson organizaban fiestas anuales para la iglesia en su impresionante mansión, no tenían por costumbre invitar a los vecinos.
Lali sabía que aquella invitación sólo podía deberse a Peter. De hecho, él se lo había confirmado con naturalidad cuando había ido a recogerla y ella se sintió incómoda al notar la extraordinaria deferencia del anfitrión para con ella.
Los Henderson trataban a Peter como si estuvieran tratando con la realeza y él no parecía notar su ansiedad por agradarle. Era evidente que estaba acostumbrado a aquel tipo de atenciones pero sus modales eran impecables y, por suerte, aquel día Lali era completamente ignorante de la inmensa fortuna de Peter y de la forma en que el dinero afectaba a la gente.
Hacía demasiado calor como para jugar al tenis, pero a Peter no parecía importarle y los demás no se atrevieron a quejarse. Lali disfruté de un duro partido de dobles hasta que vio su reflejo en una ventana cuando habían terminado y se estremeció ante la imagen de su pelo húmedo, la nariz brillante y las mejillas sonrojadas. Peter se detuvo detrás de ella y pareció leerle el pensamiento.
—Estás preciosa, cara. Las mujeres que sólo piensan en su aspecto físico son una compañía muy
aburrida.
Euguenia se había pasado la tarde coqueteando con dos hombres diferentes. Apenas dirigió la vista a Lali. Esta ya se había dado cuenta de que Euguenia no dedicaba su tiempo a las personas de su sexo. El día anterior había visto a Peter tratarla como a una hermana pequeña mimada. Lali no la consideraba una amenaza y se sentía muy halagada por el aparente interés de Peter en ella...

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