capitulo 43

-¿Por qué estás aquí todavía? -murmuró sorprendida de que no la hubiera dejado a cargo del personal médico.
Peter no pudo ocultar su sorpresa por la pregunta.
-¿Y dónde quieres que esté? Eres mi mujer y ésta es nuestra noche de bodas -contestó mirándola a los ojos.
Lali había pensado que le contestaría que era su deber estar junto a ella y al niño que esperaban, pero aquella contestación le había sorprendido.
-Se me había olvidado...
-A mí, no -dijo Peter acariciándole la mano-. Duerme.
-Sí, jefe -bromeó Lali.
Peter rió de manera sensual.
-¿Te importaría hacerte cargo de Squeak?
-No te preocupes, está todo controlado.
-Estará perdido sin mí -comentó Lali preocupada.
-No te preocupes, yo mismo me aseguraré personalmente de que esté bien. ¿Hace cuánto que lo tienes?
-Mi madre me lo regaló cuando era un cachorro y yo tenía nueve años. Ahora tiene trece -contestó Lali.
-Sí, desde luego, es un anciano venerable. No te preocupes, no le sucederá nada.
Durante los siguientes cinco días, a Lali le quedó muy claro que no tenía más opción que ser extremadamente prudente y cuidadosa durante el tiempo que le quedaba de embarazo.
-¿Cuándo vamos a ir a Dhemen? -le preguntó a Peter.
-Ahora no es el mejor momento. Tendremos que quedarnos en Londres hasta después del nacimiento del niño -contestó su marido encogiéndose de hombros y aceptando la situación-. Ahora lo más importante es que descanses. Supongo que debe de ser duro tener que guardar cama, pero cada día que nuestro hijo pasa dentro de tu cuerpo se fortalece más.
Lali se dijo que serían solamente unas cuantas semanas y que estaba dispuesta a hacer lo hiciera falta para asegurarse de que su hijo naciera con buena salud.
-¿Me voy a tener que quedar en la clínica?
-No. Si me prometes que vas a ser prudente, contrataré ahora mismo a un par de enfermeras y te llevaré a nuestro piso de Londres.
-Seré prudente -repitió Lali.
Treinta y seis horas después, le dieron el alta, se instaló en un ático en el que se encontró con gran júbilo con Squeak y conoció a la primera de las tres enfermeras que la iban a cuidar por turnos.
La casa resultó ser increíblemente grande, amueblada a la última moda y moderna. Lali se encontró pronto instalada en un diván situado en una gran habitación desde la que había una vista espectacular del río Tamesis.
A media mañana, recibió varias cajas con conjuntos de lencería y, animada por la enfermera, eligió un camisón de seda color verde claro a juego con una bata y dejó que le cepillaran el pelo para la visita de Peter a la hora de comer.
-¿Estás bien aquí? -le preguntó al llegar-. Esta es la casa que utiliza toda la familia cuando viene a Londres. A lo mejor, debería comprar algo más privado...
Al ver llegar a Peter, la enfermera sonrió y salió rápidamente de la habitación.
-Esta enfermera se comporta como si fuéramos recién casados y estuviéramos desesperados por estar solos -murmuró Lali en tono de disculpa.
En respuesta, Peter bajó la cabeza hacia ella, le tomó el rostro entre las manos y la besó. Desconcertada, Lali sintió que se le aceleraba el corazón. Peter se tumbó junto a ella y volvió a besarla.
-Ojala pudiéramos aprovechar el tiempo que estamos a solas, pero los placeres mejores siempre nos están vedados -sonrió-. Me he dado cuenta de que me deseas tanto como yo te deseo a ti y eso me da fuerzas para tener paciencia.
Consternada por aquella conversación, para la que no estaba preparada en absoluto, Lali se mostró ultrajada e indignada.
-¡Eso no es verdad!