Tuesday, May 19, 2015

capitulo 48

-No puedo esperar -Peter, con decisión, se situó entre sus mulos abiertos y la penetró lenta y poderosa-mente, obligándola a gemir de placer.
Todo desapareció excepto él y la forma en que la enloquecía, poseía y al mismo tiempo debilitaba con su amor. Lo sintió estremecerse de pasión y se amoldó a él con abandono, examinando su atractivo rostro. Con poderosas embestidas, la llevó a la culminación del placer, dejándola exhausta y satisfecha.
-Llegaremos muy, muy tarde, ágape mou -advirtió Peter besando su hombro y lamiendo su piel-. ¿Te importa?
-¿Importarme? -a ella no le importaba nada mientras la abrazaba y la miraba con esos ojos que le derretían el corazón. No.
-Es asombroso lo bien que encajamos -dijo Peter con indolente satisfacción masculina, y ella estuvo a punto de sonreír ante su inocencia.
En esas tres semanas, Lali se había fijado cuidadosamente en sus preferencias y se había adaptado a ellas. La había mortificado comprender que sus gustos para la moda eran demasiado juveniles. Era comprensible, pues nunca había pasado por la fase natural de definir su propia identidad eligiendo su ropa en la adolescencia.
Sin llegar a decirlo claramente, Peter le había hecho comprender que el modelito que se había puesto para ir al aeropuerto solo era popular entre adolescentes, una fase que, con veintitrés años, ella debería haber superado. Lali no entendía muy bien cómo encajaba esa actitud con la ropa
escandalosa que había lucido su prometida, Candela, pero aceptaba la realidad: Peter había amado a Candela y el amor era ciego. Ella no contaba con esa seguridad, así que decidió poner su aprobación por encima de sus propias apariencias.
Así que sus adorados zapatos con tacones de diamantes, que Peter había considerado el colmo de la vulgaridad, no habían salido del armario. Además, a él le gustaba levantarse muy temprano, por no mencionar su preferencia por la comida griega, cuando ella habría sido feliz probando todo tipo de cocina internacional. No era más que una cuestión de acoplarse a él, pensó con amorosa indulgencia.
-No me gusta la ópera -confió Peter con pereza, Lali contuvo un suspiro. Peter se inclinó sobre ella con ojos brillantes y burlones-. Pero sé que llevas deseándolo toda la semana, así que iremos.
-¡Entonces más vale que corramos! -Lali se quitó el reloj, lo tiró sobre la mesilla de Peter y corrió al baño para darse la ducha más rápida del siglo.
Treinta minutos después. Con el pelo recogido y sujeto con una magnifica diadema de amatistas y diamantes, a juego con el collar y los pendientes, y vestida con una ajustada túnica lila que se abría por encima de la rodilla, Lali buscó el reloj que había tirado con descuido. No estaba entre las sábanas ni en la alfombra. Recordó que el cajón de la mesilla estaba abierto cuando fue a ducharse, así que tiró de él. Sonrió al ver el reloj, pero también vio una foto.

9 comments: