Friday, May 29, 2015

capitulo 8

—Que tienes más miedo que una pequeña puritana. ¿Qué crees que voy a hacer? ¿Abalanzarme sobre ti en cuanto se apaguen las luces?
Enferma de mortificación, Lali aparto la mirada de sus ojos, que brillaban como la esmeralda pura.
-No.
—O quizá sea que no te fías de ti misma. ¿No seré yo el que corro peligro? —preguntó Peter aún
con más sequedad.
—No seas ridículo.
Lali se encontró sumergiéndose más en la cama poco a poco hasta reposar la cabeza en la almohada de nuevo. De repente, el embozo a su lado se corrió hacia adelante. Por el rabillo del ojo, capté su larga espalda dorada al salir de la cama. La puerta se abrió y Lali giró de medio lado agradecida de que se fuera, pero al instante sintió una desesperada decepción.
Cerró los ojos con fuerza, aterrada al notar que ya no tenía ningún control sobre sus emociones. Una prenda aterrizó sobre su pecho.
—¿Qué?
—Una camiseta, querida.., y yo también me pondré algo encima —explicó Peter con un mortificante tono irónico.
Era un inesperado compromiso y Lali sabía que no debía aceptarlo. Pero la perspectiva de quedarse morada de frío en aquella habitación gélida de abajo era poco tentadora. Metió la prenda bajo las sábanas y se retorció para ponérsela por la cabeza y estirarla sobre las cadeza. La cama se hundió bajo el peso de Peter cuando se echó de nuevo. Lali permaneció rígida como una columna de mármol sabiendo que cada átomo de sentido común que le quedaba la apremiaba a que saliera de allí corriendo, pero sin mover un dedo ahora que estaba decentemente cubierta.
Una puritana. Bueno, quizá lo fuera. La acusación le dolía, pero sinceramente no podía negarla.
Lali no recordaba a su padre. Había muerto cuando ella era un bebé y su madre se había casado con el reverendo Mariano Torre dos años más tarde. Su padrastro había sido muy estricto. Lali se había criado en un hogar muy reprimido donde la vista de la piel desnuda se tomaba como una indecencia y donde cualquier referencia a la intimidad física entre un hombre y una mujer se ligaba a la procreación.
Peter carecía de tales inhibiciones, pero a él no le había enseñado los hechos de la vida una madre a la que todo le parecía impúdico. Ni le habían dicho que la obligación de una mujer era aguantarlo aunque no le gustara. Y cuando Lali había contado con todo su candor que se sentía en la gloria en los brazos de Peter, su madre la había mirado con disgusto como diciendo que no había nada glorioso en el último acto de intimidad.
Incómoda con el derrotero sexual de sus pensamientos, se dio la vuelta intentando con esfuerzo no sentir el calor que emanaba del cuerpo masculino tendido a su lado. Era como una prueba, se dijo a sí misma. Una prueba de si había madurado algo desde aquella anulación. En otro tiempo, Peter parecía haber sido la respuesta a todos sus sueños juveniles y ella se había comportado como una adolescente embelesada hasta que había llegado el dolor y la humillación y había tenido que despertar a la cruda realidad.
Y sin embargo, nunca había conseguido olvidarlo. Los recuerdos la acosaban.., él la acosaba. La sensación de amarga pérdida todavía la acompañaba. Y sin embargo, ¿qué había perdido en realidad? Entonces, ¿cómo podía seguir atrayéndola? Su aspecto tenía mucho que ver con ello, se dijo a sí misma con creciente desesperación. Era increíblemente duro ser indiferente ante un hombre atractivo como un pecado al que había amado con toda su pasión.
Peter se removió y ella se puso tensa.
—Sólo estamos tú y yo y el temporal fuera —murmuro él casi con deleite.
Lali suponía que estaba disfrutando del pequeño desafío que le había proporcionado el mal tiempo. Y aún le hubiera gustado más estar allí fuera. Freddy le había contado una vez que él necesitaba enfrentarse a las duras condiciones físicas del medio ambiente porque sólo allí encontraba el genuino desafío.
Así que Peter se había lanzado a hacer submarinismo en aguas plagadas de tiburones o había viajado hasta lo más profundo de las selvas de Indonesia en exploraciones científicas disfrutando de
los descubrimientos desde muy temprana edad. Pero eso era lo que hacia para divertirse, un leve alivio del reto aún más duro de mantener a la empresa Lanzani Investments Inc. en lo más alto. Por eso, ahora que lo pensaba, era extraordinario encontrarlo en las profundidades invernales de Lake District aparentemente sin hacer nada.

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