Thursday, May 28, 2015

capitulo 56

-Entonces, vas a tener que vivir con la idea de que te he perdonado -insistió Lali haciendo un esfuerzo para no sonreír-. No nos conocíamos bien cuando concebimos a nuestro hijo y ése fue el verdadero problema. Había entre nosotros una atracción física fortísima, pero no nos conocíamos de nada.
Peter se quedó pensativo.
-No se me había ocurrido verlo desde esa perspectiva. Tienes razón. Hace falta tiempo para confiar en otra persona. Desde que te vi, un deseo muy fuerte se apoderó de mí, era como un fuego que quemaba mi sentido común y mi control. Te veía y estaba perdido. Intenté luchar contra él, pero el fuego me atrapó y dio al traste con mis buenas intenciones.
-Yo tampoco te ayudé cuando te mentí y te dije que no era virgen. Por favor, deja de actuar como si solamente uno de nosotros fuera responsable de lo que sucedió.
Peter asintió y Lali decidió que había llegado el momento de cambiar de tema y hablar del asunto que realmente tenía en la cabeza desde hacía un buen rato.
-El día de nuestra boda, me dijiste que no estabas enamorado de Paula... Peter la miró sorprendido.
-Así es.
-Sí, pero yo no te creí. En aquel momento, pensé que lo decías para hacerme feliz.
-Yo jamás te engañaría -le aseguró Peter con candor.
¡Así que era cierto, así que era verdad que no estaba enamorado de Paula!
-A lo mejor, no soné muy convincente cuando te hablé de ella, pero me daba mucha vergüenza no haber estado nunca enamorado a mi edad y...
-¿Nunca? -exclamó Lali sorprendida.
-Hasta que te conocí. Cuando te conocí, me di cuenta de que las emociones que tú despertabas en mí eran mucho más fuertes de lo que yo jamás había sentido por ella. Entonces, me di cuenta de que me había equivocado, de que había tomado la admiración por amor.
Lali lo agarró de las manos y se las apretó con fuerza.
-¿Eso qué quiere decir?
Peter la miró intensamente a los ojos.
-Quiere decir que creo que soñaba con Paula para no tener que enfrentarme a la realidad de que no quería casarme.
-Eso ya da igual, lo importante es que cuando me leíste en el desierto todos aquellos poemas maravillosos estabas siendo romántico.
-Por supuesto.
-Estabas siendo romántico porque querías ser romántico y no porque creyeras que era lo que tenías que hacer durante nuestra luna de miel.
Peter la miró confundido.
-¡He sido tan boba! Si me hubieras dicho que me querías, yo te habría dicho que te quería también -añadió Kirsten desabrochándole la corbata.
-¿Entonces solamente tengo que decirte que te quiero? -contestó Peter con la respiración entrecortada.
-Sí, y yo te digo que yo también te quiero, ¿Qué te parece? Te he querido desde la primera vez que te vi en aquella moto cuando casi te llevaste a Squeak por delante.
A continuación, mirándose a los ojos, Peter se dio cuenta de que Lali sonreía encantada y ella se dio cuenca de que Peter estaba exultante de felicidad.
-Yo creo que yo también me enamoré de ti en aquel mismo instante. De verdad que no entiendo cómo puedes quererme cuando he cometido tantos errores -se lamentó Peter.
-Te quiero y punto.
-Yo creía que te habías casado conmigo solamente porque te habías quedado embarazada.
-Yo también creía que tú te habías casado conmigo por lo mismo.
-Pero la primera vez que te lo pedí, en el castillo, todavía no estabas embarazada -le recordó él.
-No, pero entonces creí que lo hacías porque te sentías culpable.
Peter la abrazó con fuerza.
-Admito que me sentía culpable, pero aquella propuesta nació del amor y del deseo. Desgraciadamente, aquel día no entendí a mi propio corazón y, cuando te acusaron de robo, me dejé llevar y eso me alejó de ti. Si eso no hubiera ocurrido, al cabo de unos días me habría dado cuenta de que eras la mujer con la que quería pasar el resto de mi vida, pero te decepcioné...
-No insistas en eso -lo reprendió Lali poniéndole un dedo sobre los labios.
-Te quiero tanto -dijo Peter besándola.
Dieciocho meses después, Lali estaba en la habitación de Santino, que por fin se había quedado dormido.
Aquel día, los príncipes habían dado una gran fiesta para el personal de servicio y sus vecinos y todos lo habían pasado en grande. El rey Mariano, que últimamente iba mucho por el castillo escocés en el que vivían su hijo y su nuera, se había reído de lo lindo con los payasos que habían contratado para entretener a los más pequeños.
Incluso los mellizos, Juan y Alegra, que dormían apaciblemente en la habitación de al lado, había aguantado toda la fiesta.
Su llegada había sido una completa sorpresa y ahora los niños tenían dos meses y hacían las delicias de sus padres. Peter lo había pasado un poco mal durante el parto, pero pronto se había repuesto.
El último año y medio de casados había sido la gloria para Lali pues estaba segura de contar con el amor y la admiración de su marido y ahora ya no tenía que preocuparse constantemente por ser la esposa perfecta.
Su hermano Gaston había terminado el doctorado y estaba trabajando en un proyecto de conservación en el Golfo Pérsico, lo que le permitía ir a Dhemen a visitarla cuando quería.
Lo único que había empañado momentáneamente su felicidad había sido que no había podido hacer las paces con su padre. Alejo le había devuelto sin abrir todas las cartas que le había enviado y había muerto repentinamente de un infarto seis meses atrás.
Gaston y ella habían ido a su entierro con la conciencia bien tranquila porque habían intentado hacer las paces con su progenitor
Ahora, Lali disfrutaba y valoraba más que nunca del amor, la bondad y el apoyo que había encontrado en la familia de Peter.
-Tenemos dos niñeras y un montón de personal de servicio, pero, ¿por qué sabía yo que te iba a encontrar aquí? -sonrió Peter desde la puerta.
-Exactamente en el mismo lugar donde te encuentro yo a ti muchas veces —sonrió Lali-. ¿Se ha acostado ya tu padre? -añadió abrazándolo de la cintura y caminando a su lado hacia su dormitorio.
-Sí -contestó Peter-. Les he dicho a los payasos que tienen que volver para su cumpleaños porque hacía años que no veía reírse tanto mi padre. Muchas gracias -añadió mirándola con cariño-. A mi padre nunca le ha gustado viajar, pero tú le haces sentir tan a gusto en esta casa, que por eso viene tan a menudo.
-Me alegro.
-Me encanta estar casado contigo -sonrió Peter con voz ronca mientras la agarraba de la cintura.
-¿De verdad? -contestó Lali con una sonrisa provocadora y femenina.
-Me vuelves loco -le aseguró Peter acariciándole las caderas.
-Yo también te quiero mucho -contestó Lali pasándole los brazos por el cuello.
Peter se inclinó sobre ella y la besó y Lali se estremeció de deseo. A continuación, Peter le dijo lo feliz que era a su lado y cómo su vida no tendría sentido sin ella y sin los niños.
Lali lo escuchó mientras Squeak bostezaba sin parar pues ya había visto aquella escena muchas veces, así que se fue a dormir a su cesta, situada en la habitación de al lado.
Fin

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