Tuesday, May 19, 2015

capitulo 43 y 44


Atrapado por esa gloriosa sonrisa, Alexio la miró con ojos resplandecientes y, sin pensarlo, se puso de rodillas sobre la cama, inclinándose hacia ella.
Sus bocas se unieron de golpe, en una ataque de pasión. Él tomó su rostro entre las manos, con los ojos ardientes de deseo, tomó aire y volvió a su boca. Capturó sus labios una y otra vez, sensualmente y con lanía intensidad que ella tembló entre sus brazos. Lali entrelazó las manos tras su nuca y enredó los dedos en su negro cabello, atrayéndolo hacia sí.
Se sentía como si un fuego ardiera en cada una de sus células, y cada caricia de su lengua, acrecentaba las llamas. Dejó escapar un gemido cuando él la echó contra la almohada, aplastándola con su peso. Arqueó la espalda, consciente solo del doloroso latir de sus pezones y de la necesidad de apoyar su pecho sobre la tela de su chaqueta.
-Llevo puesta demasiada ropa -gruñó Peter, apartándose de ella para quitarse la chaqueta, pero quedándose ensimismado con la visión de sus pequeños y perfectamente formados senos, coronados por delicados capullos de color rosado.
En ese momento, Lali se dio cuenta de que la sábana que los separaba se había deslizado hacia abajo, ruborizada, intentó alzarla, pero Peter la sujetó con la pierna.
-No... eres perfecta -jadeó Peter, con los ojos clavados en sus pechos, e inclinó la cabeza parra lamer una de esas perlas rosadas.
Ella dejó escapar un tenue gemido, y la excitación la atravesó como un puñal. Alzo los ojos y, al ver su mirada ardiente sintió que estallaba en llamas. Todo su cuerpo estaba inquieto y caliente, deseoso de más. Se sentía incapaz de apartarse ni un milímetro de él, y la intensidad de su reacción la aterrorizó.
-Iré despacio, ágape mou -juró él, sensualmente, acariciando la frágil curva de su mandíbula-. Haré que te guste.
Con un salto ágil, Peter se levantó y comenzó a desnudarse. Lali observó cómo se desabrochaba la camisa, dejando a la vista un torso musculoso y moreno, salpicado de rizos oscuros. Se quitó los pantalones y los dejó caer al suelo. Ella lo miró fascinada. Desde los hombros hasta sus poderosos, largos y velludos muslos, todo él era ángulo y músculo, espectacularmente varonil. Los calzoncillos cayeron al suelo. Él hizo una mueca traviesa al notar su mirada consternada y el rubor que teñía sus mejillas.
-Ahora no puedes tener duda de que te deseo –se burló Peter, echándose en la cama y acariciándole el rostro con su aliento, antes de deslizar la lengua entre sus labios entreabiertos.
-Sí -Lali echó la cabeza hacia atrás con un suspiro cuando él pasó la palma de la mano por sus pezones.
-Tienes esa zona muy sensible, yineka mou –gruñó con satisfacción y acarició sus pechos hinchados y continuó el tormento provocándola con su boca ardiente. Lali se estremeció y gimió en voz alta, acercándose más a él y, finalmente, tirando de su cabeza para hacer que esos labios volvieran a su boca. Se le iba la cabeza con la fuerza de su explosiva respuesta. Cada caricia de su lengua hacía que la tensión y el anhelo que sentía entre las piernas se hiciera más y más insoportable. -Deja que te dé placer -pidió Peter con voz ronca, deslizando la mano por su esbelto muslo, recorriendo los suaves y rubios rizos hasta llegar al centro, húmedo y ardiente de su ser.
-Oh... -sin previo aviso, Lali perdió el último atisbo de control. Giró las caderas y apretó las manos, incapaz de soportar la excitación que crecía imparable, gimiendo y 'retorciéndose febrilmente, para intentar satisfacer el dolor que la torturaba.
Él se colocó sobre ella, clavando los ojos verdes en su cara arrebolada de pasión. Mientras alzaba sus muslos le dio un suave beso en la boca.
-Seré cuidadoso... no quiero hacerte daño -susurró.
Ella quedó inmóvil al notar el calor y la presión que centímetro a centímetro, la penetraba. Se puso tensa de aprensión, pero la asombraba lo placentera que resultaba esa invasión, Sintio una punzada de dolor y dejo escapar un gemido ahogado, pero él se introdujo profundamente en ella y la excitación volvió a dominarla, como una descarga eléctrica. Se dejó llevar, rindiéndose a ese placer profundo y oscuro, hasta que él la condujo a una cima increíble en la que dominaban las
sensaciones. Sintió un dulce éxtasis que, un segundo después, se convirtió en una cascada de placer que ex- plotó en mil gotas.
Cuando él se estremeció sobre ella, Lali sintió un estallido de ternura y lo abrazó con fuerza, con los ojos húmedos de sorpresa y felicidad.
-Ha sido extraordinario... -Peter alzó la cabeza, la miró con ojos esmeralda  y percibió las profundas ojeras que delataban su cansancio. Con una sonrisa resplandeciente, la acomodó entre sus brazos y la besó en la frente-. Duérmete, ágape mou. Casi está amaneciendo.
Pero fue él quien se durmió mientras ella lo observaba, fascinada con la desconocida sensación de júbilo que la consumía. Peter dormía relajado, con la sabana enredada en las caderas, y ocupaba mucha más parte de la cama de la que le correspondía. Supo que se estaba enamorando y que no había modo de evitarlo. La libertad que anhelaba había sido superada por un anhelo infinitamente mayor de estar junto a él.
Lo único que se le exigía era tener fe y estar dispuesta a creer que Peter nunca la trataría con la crueldad insensible que su padre había demostrado a su madre...

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