Friday, May 22, 2015

capitulo 3

Lo que el encargado del castillo le acababa de comentar lo había sorprendido y Peter se preguntó dónde terminaba la devoción religiosa y empezaba el fanatismo.
La vida de Strathcraig giraba en torno a las actividades de la iglesia y las gentes que allí vivían tenían un código de valores diferente al que reinaba en el ambiente más liberal de la alta sociedad.
Por allí, la gente era muy conservadora, lo que sorprendía a los que llegaban de fuera, y Peter suponía que aquello se debía a que aquel lugar había quedado aislado del mundo durante mucho tiempo.
Se encontraba muy a gusto allí, mucho más a gusto que inmerso en una cultura más laxa, ya que en Dhemen, el reino de Oriente Medio donde había nacido, la disciplina también era estricta y él estaba acostumbrado y le gustaba.
Allí, era muy fácil diferenciar el bien del mal, y el bien común siempre estaba por encima del bien individual. Poca gente se atrevía a saltarse aquellas normas tan claras, y los que lo hacían tenían que sufrir el rechazo social.
De igual manera, Peter aceptaba las limitaciones que el destino le había impuesto y sabía que cada vez que se acostaba con una mujer no conseguía más que sustituir durante unas horas a la mujer a la que realmente amaba, una mujer con la que jamás podría estar.
A sus treinta y dos años así era su vida aunque no le gustara.
Su familia se esforzaba en presentarle a mujeres para ver si alguna le gustaba y decidía casarse. A lo mejor, eso era exactamente lo que tenía que hacer, escoger a una de las candidatas y dar el paso.
Peter era consciente de que había muchas mujeres que estarían encantadas de casarse con él porque a cambio tendrían hijos, riquezas y el prestigio de tener una maravillosa posición social.
En aquella ecuación no había lugar para el amor y así debía ser.
En su mundo, el matrimonio estaba regido por el pragmatismo, los contactos familiares y, sobre todo, la idea de tener un heredero.
De momento, su padre respetaba profundamente su deseo de permanecer soltero, pero Peter era consciente de que era el siguiente en la línea de sucesión y de que, tarde o temprano, él también tendría que casarse y dar un heredero al reino.
Para él, el hecho de no poseer ni un solo átomo de romanticismo en su cuerpo era una gran satisfacción, pues le había permitido mantener su temperamento apasionado a raya.
Era un hombre que siempre se enfrentaba a la verdad por muy difícil que fuera, jamás cometía estúpidos errores y era consciente de la familia en la que había nacido y de las responsabilidades que aquello entrañaba, así que sería mucho más inteligente por su parte aceptar la necesidad de encontrar esposa en lugar de perder el tiempo admirando a una guapísima pero completamente inaceptable mujer occidental que no era nada más que una doncella...
-No sabes lo que dices -le dijo Cande a Lali sentándose en el desgastado banco de madera y encendiéndose un cigarrillo a pesar de que estaba prohibido fumar en el castillo-. Tu padre jamás te dejará ir a la universidad.
Lali siguió limpiando una delicada salsera de porcelana de Sevres.
-Yo creo que ahora que se ha casado con Mercedes lo tengo más fácil.

8 comments: