Wednesday, May 27, 2015

capitulo 53

Mientras bailaban, Lali no pudo evitar mirar a Paula en un par de ocasiones y se preguntó si Peter se estaría dando cuenta de lo mal que lo estaba pasando.
Al salir del palacio para subirse a una limusina que los estaba esperando, los invitados los despidieron con pétalos de rosa y arroz.
-¿Adonde vamos? -quiso saber Lali.
-A Zurak, al palacio de mi abuelo -contestó Peter-. Santino llegará mañana, no te preocupes. Ahora que estamos solos, quiero hablar contigo.
Lali sabía perfectamente de lo que iba a hablar y bajó la mirada. A Peter no le apetecía nada tener aquella conversación, pero sabía que era necesaria, así que tomó aire y se lanzó.
-Hace un tiempo te dije que estaba enamorado de otra mujer.
Lali se encogió de hombros.
-¿Y? -contestó sonriendo y diciendo adiós a la gente congregada para despedirlos. -Tal y como ahora sabes, me refería a Paula.
Lali se tensó.
-No te lo tendría que haber dicho.
-No pasa nada, es imposible que supieras entonces que te ibas a casar con una mujer con memoria de elefante -intentó bromear Lali al borde de las lágrimas.
-No debería habértelo dicho porque me he dado cuenta de que jamás la amé -añadió Peter-. No estoy enamorado de ella y nunca lo he estado. He pensado mucho en este asunto y he llegado a la conclusión de que simplemente estaba encaprichado.
-¿De verdad?
¿Pero por quién la tomaba? ¿Cómo se le ocurría decirle algo así? ¿Se creía que era tonta o qué?
Lali intentó ponerse en el pellejo de Peter y comprendió que estuviera intentando no darle importancia al asunto contándole una mentirijilla para no tener que admitir la cruel realidad, así que decidió fingir y seguirle la corriente.
-No tienes necesidad de volver a pensar en este asunto. Jamás -concluyó Peter.
-No lo haré -prometió Lali.
Un helicóptero los llevó al palacio de Zurak, situado en un oasis de palmeras en medio del desierto que parecía un espejismo.
-Cuando mis antepasados eran nómadas, pasaban aquí el verano. Mi abuelo conoció aquí a mi abuela cuando ella le llevó agua del pozo. Se enamoraron inmediatamente. Mi bisabuelo pidió la mano de mi abuela a su padre y se casaron -rió Peter agarrándola de la mano-. La vida entonces era mucho más sencilla que ahora.
-Sí, siempre y cuando no fueras tú a la que le tocara sacar agua del pozo -comentó Lali.
-En todos los grandes poemas, se retrata a los hombres de Oriente como a los más románticos del mundo -le informó Peter-. Quiero que sepas que no he podido dejar de pensar en ti desde que te conocí.
Lali pensó que aquello había sido porque la deseaba, no porque la amara, pero se mordió la lengua. ¿Acaso creía Peter que había olvidado que cada vez que la había tocado se había arrepentido? ¿No se daba cuenta de que ella se acordaba de que le había propuesto matrimonio porque se sentía culpable por haberle arrebatado la virginidad?
Bueno, ahora sus vidas estaban en otro nivel, se habían casado y estaban intentando que las cosas salieran bien. Era obvio que Peter era un hombre inteligente y
pragmático y estaba intentando hacerla sentir a gusto a su lado. El cortejo y los cumplidos eran parte del espectáculo.
Lali se preguntó si importaba realmente que fuera una farsa por parte de Peter. Aunque él no la amara, ella sí lo amaba y también quería que la relación funcionara.
En un patio en el que había una fuente en el centro, Peter la tomó entre sus brazos y la besó lentamente, hasta hacerla sentir mareada y excitada.
Agarrados de la mano, subieron por una escalera de mármol blanco y, al llegar ante una enorme puerta, Peter tomó a Lali en brazos.
-Estás preciosa con ese vestido... pareces recién salida de un cuento de hadas -le dijo entrando en la habitación y depositándola en una cama con dosel.
Al tumbarse y mirar hacia arriba, Lali vio que el techo estaba pintado con todas las estrellas del universo.
-Qué bonito -suspiró.
-Sí, desde esa cama se ve el mundo entero -contestó Peter desprendiéndose de la casaca militar-. Sin embargo, me temo que tú no vas a tener tiempo de fijarte mucho en el mapa de las estrellas hasta mañana por la mañana -sonrió volviéndola a besar.
-¿Es una promesa? -dijo Lali completamente excitada.
-Ven aquí...
Lali se levantó de la cama y fue hacia él, que le quitó delicadamente la tiara de perlas, le bajó la cremallera del vestido, que cayó al suelo, y la abrazó por detrás.
-Es usted perfecta, alteza -suspiró acariciándole los pezones y haciéndola estremecerse de placer.
Lali dejó caer la cabeza hacia atrás y la apoyó en su hombro, momento que Peter aprovechó para besarla en el cuello.
-¿Alteza? -repitió Lali algo confusa.
-Princesa, mi princesa, mi preciosa princesa -contestó Peter-. El título es regalo de mi padre.
Peter le estaba quitando la camisola de seda, que al deslizarse por su piel iba dejando un reguero de pasión sin límites y Lali sintió una punzada de deseo en la entrepierna que la hizo estremecerse pues nunca había sentido nada tan fuerte.
-No me lo esperaba.
-Te lo mereces, tú te lo mereces todo eso y mucho más -contestó Peter con voz ronca-. Has pasado mucho desde que yo entré en tu vida, aziz.
-No todo ha sido malo -admitió Lali.
-Todo debería haber sido bueno -dijo Peter quitándose la camisa.
Lali no se podía concentrar en la conversación porque Peter la había vuelto a depositar en la cama y la estaba acariciando con tanto cariño, como si fuera una diosa, que la cota de placer era increíble.
-Esta noche es para ti, para que disfrutes -dijo Peter lamiéndole los pechos-. Estoy a tu servicio.
Lali sintió que se derretía y, al mirarlo a los ojos, el corazón comenzó a latirle aceleradamente. Le vibraba todo el cuerpo y, cuando Peter volvió a apoderarse de su boca y comenzó a recorrer toda su anatomía con absoluta devoción, Lali comprendió lo que era hacer el amor de verdad.
Peter deslizó su lengua por su tripa y sus caderas, le separó las piernas y se concentró en el centro de su feminidad, haciendo que Lali disfrutara más allá de lo que jamás habría imaginado posible.
-Ahora... -le dijo tomándola de las caderas e introduciéndose en su cuerpo-. Jamás había sentido algo tan intenso...
-Oh, Peter... -murmuró Lali con la respiración entrecortada.
Sorprendiéndola, Peter le dio la vuelta, la colocó de rodillas y volvió a penetrarla por detrás. Aquello desconcertó a Lali, que, sin embargo, pronto se dejó llevar por la maravillosa sensación de sentirlo dentro y se dedicó a gozar.
Juntos alcanzaron un climax explosivo y, cuando Lali abrió los ojos, se encontró entre los brazos de Peter, que la abrazaba con fuerza.
-No quiero separarme nunca de ti. Qué suerte hemos tenido de encontrarnos, aziz-
Saciada y encantada, llena de amor y de gozo, sin embargo Lali estaba perpleja ante un hecho que había tenido lugar mientras hacían el amor.
-¿Te has puesto preservativo? -le preguntó a Peter.
-Sí, no quiero volver a dejarte embarazada.
-¿Y eso? Yo creía que aquí os gustaba tener muchos hijos.
-No podría volver a soportar verte dar a luz. Me da mucho miedo que te ocurra algo -confesó Peter.
Lali sonrió encantada, pues durante semanas había creído que Peter la valoraba, sobre todo, por su capacidad de darle hijos y ahora le acababa de demostrar que no era así.
-¿Eso es por lo que le ocurrió a tu madre? Jimena me lo ha contado.
-Sí, yo no te quise contar nada mientras estabas embarazada porque me pareció de mal gusto.
A pesar de que lo estaba pasando fatal, había conseguido guardarse sus miedos para él, no los había descargado sobre ella.
Aquella prudencia y aquel tacto emocionaron sinceramente a Lali, que ahora que había comprendido que Peter se había preocupado seriamente por su salud había decidido que quería tener, por lo menos, dos hijos más.
-Ésta es nuestra noche de bodas y la conversación se está poniendo demasiado seria, ¿no? -dijo Peter besándola de nuevo.
-Tú siempre eres serio -contestó Lali.
-Durante estas semanas que vamos a estar juntos, te darás cuenta de que hay otros aspectos de mi personalidad que no conoces.
-¿Semanas? ¿Vamos a estar juntos unas cuantas semanas?
-Sí, seis para ser exactos -sonrió Peter.
-¿Y eso? -preguntó Lali encantada.
-Bueno, me parece obvio que tienes que aprender muchas cosas de protocolo y de historia de mi país y, ¿qué mejor profesor que yo? Tampoco estaría mal que aprendieras un poco más de árabe, ¿no? También te puedo enseñar a bailar y a montar a caballo...
-Y yo seré una alumna ejemplar...
-¡Pues todavía queda lo mejor! Por las noches, me enseñarás tú a mí lo que te gusta y yo te enseñaré lo que me gusta a mí -añadió Peter acariciándole de manera inequívoca la cadera.
-No sé si con todas esas actividades que me tienes preparadas voy a tener fuerzas...
-bromeó Lali.
-¡Ya sacaremos tiempo, aziz! Aunque nos tengamos que quedar aquí para siempre

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