Wednesday, May 20, 2015

capitulo 52

-Esta es mi hermana, mi melliza... -le entregó la foto que había sacado del maletín-. Se llama Marianela.
-¿Lo dices en serio? -Peter miró a Lali con expresión de asombro, tras echar una ojeada a la foto en blanco y negro, en la que aparecía un bebé.
-Una enfermera le sacó una foto antes de que nos separaran -explicó Lali palideciendo al ver su expresión. Se metió en la cama rápidamente.
-Adoptada... -Peter se sentó en el diván-. ¿Cuándo te adoptaron?
-Solo tenía unas semanas -dijo Lali y después le explicó que no nació con buena salud y su madre había decidido que no podía hacerse cargo de un bebé que necesitaba cuidados y tratamiento médico.
-¿Qué problema tenías? -exigió Peter.
-No pesaba lo suficiente y tenía problemas de alimentación... y además nací con las caderas abiertas -Lali hizo una mueca-. Mi padre quería que mamá adoptara a un niño, pero ella me eligió a mí. Él tenía la esperanza que, tras adoptarme, ella se volviera a quedar embarazada.
-He oído decir que a veces ocurre -Peter escrutó su rostro, comprendiendo que entraba en un terreno minado en el que no sabía manejarse-. ¿Cuándo te enteraste de que eras adoptada?
-Era tan pequeña que ni siquiera lo sé.
-¿Dónde naciste?
-En Londres.
-¿Te adoptaron en Inglaterra?
-Peter no pudo ocultar su asombro.
-Por mis venas no corre ni una gota de sangre griega -admitió Lali, arrepintiéndose demasiado tarde de su confesión. Peter estaba obviamente consternado. Y ni siquiera había admitido sus poco presentable orígenes, por no mencionar a la infortunada hermana que era amante de un magnate.
-Ser griega adoptiva, es la siguiente mejor opción
-aseveró Peter rápidamente, poniendo una mano sobre la suya con gesto comprensivo. Decidió, haciendo gala de su tacto, no decirle que haberse librado de los genes de los Esposito podía considerarse una bendición, Lali no deseaba su compasión y empezaba a atenazarla el dolor, habitual, de sentirse rechazada. Le importaba demasiado lo que Peter pensara de ella. Se preguntó por qué, en realidad no tenía importancia. Seguía siendo la heredera de los Esposito, seguía siendo su esposa y él seguía teniendo una foto de Candela Veltrano en su dormitorio. Liberó su mano de un tirón, se dio la vuelta y cerró los ojos, ardientes de lágrimas.
-Creí que tenías derecho a saberlo -dijo con voz inexpresiva-. Pero no quiero hablar más de eso.
Buenas noches.
Cuando Lali se despertó la mañana siguiente, la entristeció comprender que Peter ya se había ido. Pero una hora después recibió una enorme cesta de flores. Abrió la tarjeta que la acompañaba.
«Ahora eres una
Lanzani», había escrito Peter, obviamente como si pensara que la consolaría saber que no había honor mayor para una mujer. Los ojos de Lali se llenaron de lágrimas incluso mientras se reía.
Se preguntó si había malinterpretado su reacción la noche anterior, proyectando en él su propia inseguridad. Había parecido muy desconcertado al enterarse de que era adoptada, pero no hubiera escrito ese mensaje si eso lo preocupara seriamente. Anheló poder estar con él y la enfureció haberse dejado llevar por su caos emocional y no haber hecho las paces tras su pri-mera pelea. Tendría que esperar treinta y seis horas hasta que él regresara.
Se le ocurrió que podía ir a Londres y darle una sorpresa. La idea se apoderó de Lali. Los empleados debían conocer la
dirección de su apartamento, y cuando él finalizara su día de trabajo, ella estaría esperándolo...

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