Thursday, May 28, 2015

capitulo 1

Mientras la nieve se convertía en una cegadora neblina blanca, los limpiaparabrisas se esforzaban por mantener parte del cristal limpio. Por fin, la estrecha carretera serpenteante empezó a ascender. Lali cambió la marcha rogando por que las llantas se pegaran al suelo en la traicionera y deslizante carretera.
El empleado de la gasolinera la había advertido de que sería una locura internarse en la carretera del lago con aquella nevada, pero Lali nunca había hecho mucho caso a los consejos de nadie. Y su obcecada resolución de llegar hasta la aislada casa de Freddy estaba bastante enraizada en la culpabilidad. Su prometido, Benjamin, se había ofrecido a ir con ella como apoyo moral, pero ni así se había atrevido ella a enfrentarse a aquella prueba.
El pequeño coche se deslizó lentamente hacia atrás y Lali apretó los dientes e intentó avanzar de nuevo. Ya casi había llegado. La casa se erigía en lo alto de la colina que daba al lago. Ya habían pasado más de cuatro años, pero todavía recordaba la brumosa vista de las tierras de pastos que rodeaban al lago. La expresión se le endureció y apretó los dedos alrededor del volante. También recordaba la forma servil en que había intentado seguir a Peter fuera de la habitación cuando lo ha-bían llamado. Freddy  la había retenido mirándola casi con lástima al ver su cara de ansiedad.
— No lo persigas, querida. Sólo pondrías alas en sus pies. No puede atrapar a un pájaro salvaje y meterlo en una jaula.... Peter no es un animal domesticado. Todo esto es nuevo para él. No le presiones.
Pero ella no le había escuchado. No había visto, no había sido capaz de concentrarse en nada salvo en su desesperada necesidad de estar cerca de Peter. Y cuanto más se alejaba Peter, más presionaba ella sin saber entonces, ni siquiera sospechar, que el corazón de Peter nunca podría ser suyo. Lali llevaba ahora el anillo de otro hombre, pero el recuerdo todavía le atenazaba el estómago y le producía temblores en las piernas cansadas haciendo que apretara de forma involuntaria el pie que tenía en el acelerador.
Se le escapó un grito de miedo cuando el coche se deslizó hacia un lado con violencia y después se salió de forma forzada de la carretera. El corazón se le desbocó hasta que por fin el coche se detuvo con los focos iluminando una vasta extensión de agua oscura a pocos metros de distancia. Tragando con fuerza, intentó dar marcha atrás, pero los neumáticos giraron en el suelo resbaladizo y el coche se quedó donde estaba.
Por fin, se desabrochó el cinturón de seguridad y salió al frío azote del viento. Subiría la colina a pie. ¡Dios bendito, podría haberse matado! El coche podría haber seguido avanzando y el lago era muy profundo.
Agarró su bolso de mano temblando de forma convulsa mientras el viento le lanzaba nieve contra la cara y le lanzaba el pelo contra los ojos. Se levantó la capucha de su ligera cazadora y cerró el coche. Eran poco más de las ocho. El ama de llaves de Freddy ni siquiera la esperaba y ahora Lali tendría que pedirle una cama para pasar la noche.
«Estúpida, estúpida», se castigó a sí misma mientras empezaba a ascender por la colina. ¿Por qué había evitado acudir al funeral para después conducir todo el camino hasta Lake District sólo para recoger la antigua vasija que Freddy le había dejado y poner flores en su tumba? Su hermano, Vico, se había quedado asombrado cuando se había enterado de que no acudiría al funeral y lo que después le había confesado habla dejado a Lali cargada de irracional culpabilidad.
—¿La oportunidad perfecta.., y no la aprovechas?~ la había condenado Vico con incredulidad— . ¡Pero Peter estará allí! Podrías hablar con él entonces.
— No, ...Vico —había rogado su mujer, Cande, con los ojos empañados en lágrimas-. Ese no es el
problema de Lali. Es nuestro.
—¿Te sentirás así cuando nuestros hijos no tengan un techo donde dormir? —había preguntado Vico con el estrés de tantos meses reflejado en su delgada cara juvenil—. ¿Qué le costaría a Lali ceder un poco? Yo lo haría... pero ni siquiera me dejaría acercarme a él.
Ahora la nieve era más espesa y crujía bajo sus pies helados. Sin ganas de pensar en los problemas
económicos de su hermano, Lali se metió las manos congeladas en el bolsillo y empezó a subir la colina. La oscura silueta de la casa se recortaba justo donde desaparecía la carretera y se sintió débil de alivio al verla. No se veían luces. En una noche tan mala como aquella una anciana estaría caliente y metida en la cama sin duda.

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