Friday, May 29, 2015

capitulo 12

No había sido ella la que había hecho las declaraciones, aunque sabía quién lo había hecho. Furiosa por Lali, Cande, su mejor amiga, le había hecho aquellas confidencias a un periodista ansioso. Lali no le había dado permiso para hacerlo, pero no podía negar que había experimentado una satisfacción amarga cuando la prensa había crucificado a Euguenia por su papel en la ruptura de aquel matrimonio.
—Y le diste carnaza a todo el circo de los medios —la condenó Peter apartándose de la cama.
—No, eso lo hiciste tú —contradijo Lali con voz trémula mientras doblaba la cabeza contra las rodillas—. Lo hiciste cuando te fotografiaron saliendo de casa de Euguenia al amanecer en tu noche de bodas.
—Tú eras mi mujer. Tenía derecho a esperar un poco de confianza —dijo Peter desde la
chimenea.
Lali apenas podía absorber lo que le estaba diciendo porque estaba devastada por la cruel realidad de lo que subyacía bajo su seducción. Ella nunca había aceptado que Peter pudiera ser tan brutal como le hablan dibujado y sólo en esos momentos se daba cuenta de que, en los años posteriores a la anulación, hasta le había excusado por el daño que le había causado. En alguna parte de su inconsciente había empezado a creer que quizá se habría casado con ella en un intento deses-perado por romper su relación con Euguenia, pero que ella no lo había consentido.
—Tuviste lo que te merecías —murmuró con dolor—. Exactamente lo que te merecías. Llegué a pensar que quizá no habías podido remediarlo, pero lo de ahora me ha demostrado lo contrario. Yo confié en ti y fui una estúpida, pero prefiero cruzar por la vida siendo una estúpida antes que convertirme en una persona fría y sin sentimientos.
—Dios, sin sentimientos nunca —interrumpió Peter con énfasis desde la puerta—. Pero la venganza es un plato que se toma mejor frío y realmente no podía tragar la idea de que te casaras con Benjamin. Lo que he hecho era lo que me correspondía por mi noche de bodas. Bueno, si él te acepta ahora, hazle saber que fuiste mía antes.
Lali se estremeció de disgusto. Peter volvió a mirarla con los ojos brillantes de desafío. No sentía ninguna vergüenza de los primitivos sentimientos que acababa de expresar y esa fue otra revelación para Lali. Cuatro años atrás, se había casado sin saberlo con un salvaje sin principios y había creído que Peter era el epítome de la frialdad y el control.
Cuando la puerta se cerró, se quedó mirando a las brasas. Las llamas habían muerto como la falsa pasión y pronto sólo quedarían las cenizas. Peter sólo la había seducido por pura venganza. De repente, Lali agradeció no estar enamorada de Benjamin y que él no lo estuviera de ella.
Benjamin quedaría decepcionado, pero no herido, cuando le devolviera el anillo. Le había propuesto el compromiso el fin de semana anterior y le había pedido que lo pensara con mucho cuidado antes de darle la respuesta final. Lali había pasado la noche anterior despierta y se había puesto el anillo por la mañana con la idea de comunicarle su decisión cuando volviera del viaje. Pero ahora eso parecía haber pasado en otra una vida y Peter acababa de destruir lo que hubiera podido tener con Benjamin. Estaba profundamente avergonzada de su debilidad física. Una mujer que podía sucumbir con tanta facilidad al atractivo sexual de un hombre, no tenía derecho a considerar siquiera una relación seria con otro.
Una aventura barata de una noche. Eso era lo que habla hecho de sí misma. ¡Y hasta se había atrevido a culparla de lo que Euguenia había sufrido!. Pero claro, ella había atacado a la mujer que él amaba. De hecho, esa noche Peter le había enseñado lo que era el verdadero odio. Pero lo que todavía le parecía increíble era que Peter la culpara a ella de romper su matrimonio y que cuestionara su lealtad y confianza. Porque, histérica o no en su noche de bodas, ella había dejado sus sentimientos bastante claros...
—¡Si vas con ella, no estaré aquí cuando vuelvas! —le había dicho incapaz de dar crédito a que un hombre pudiera salir por la puerta dejando a una esposa llorosa y disgustada para irse con otra en su noche de bodas.
Y Peter había hecho su elección sin vacilar. Si había ido en su busca después de aquello..., bueno, ya había sido demasiado tarde. Cuando Lali había visto aquella foto de él saliendo de la casa de Euguenia al amanecer, se había enfrentado a la humillante prueba pública de que él había pasado toda la noche con su prima y ya no había querido volver a verlo nunca. La agonía de la traición había sido terrible.
Y sin embargo, habían empezado su relación de forma tan prometedora, admitió dolida luchando contra los recuerdos porque lo último que le hacía falta ahora era sufrir por el pasado distante. Pero de alguna manera, la tentación de recordar un pasado más feliz fue irresistible.
Ella había conocido a Peter en una de aquellas tardes calurosas estivales en las que cualquier acto físico parecía un esfuerzo exagerado. Bajaba con su bicicleta por la colina con la cesta llena de huevos de la tienda del pueblo cuando un deportivo negro había aparecido frente a ella. Sus frenéticos movimientos para esquivarlo la habían hecho aterrizar de cabeza en el arcén. Cuando en-focó la vista, Peter estaba saliendo del coche y la estaba ayudando a liberarse de los hierros lanzando exclamaciones al ver sus arañazos y disculpándose.
Una lánguida voz femenina había emergido del coche deportivo.
—Pregúntale dónde viven los Henderson...
—Siento que te hayas caído de la bicicleta, pero deberías haber mirado por dónde ibas —Peter se
había dado la vuelta para mirar a la rubia con helada reprobación—. Venías conduciendo como una loca.

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