Friday, May 29, 2015

capitulo 11

De un solo movimiento, Peter liberó a Lali de su peso y salió de la cama. Completamente
relajado, se estiró. En tormentoso silencio se puso un par de calzoncillos negros y alcanzó los vaque-ros con completa frialdad.
Lali se incorporó con torpeza y lo miró. Se aclaré la garganta y murmuré con inseguridad:
—¿Peter?
—Dormiré en la silla de abajo ahora -explicó él mientras se abrochaba la cremallera.
—¿Qué?
No entendía nada. Lali estaba demasiado agitada como para pensar con claridad.
Peter deslizó los brazos por una camisa de seda, se la abroché y se puso un jersey negro. Entonces se acercó al borde de la cama y curvé sus largos dedos alrededor de uno de los barrotes labrados. Examinó su rígida figura tendida en el centro fijándose en su pelo salvajemente revuelto, en sus ojos neblinosos y en sus labios inflamados. —Dios... He esperado tanto tiempo para verte así —confió con suavidad.
Esa vez, Lali sintió su fría amenaza.
—Y me lo has puesto tan condenadamente fácil que debería avergonzarme por haberme aprovechado de una virgen confiada... pero no estoy avergonzado —afirmó Peter sin la menor culpabilidad mientras observaba cómo ella palidecía—. Ya pagué por este placer hace cuatro años cuando me casé contigo.
¿ Te acuerdas todavía?
de la ceremonia de la boda, Lali? ¿Te acuerdas alguna vez de las promesa que hiciste entonces? ¿Y todavía te acuerdas de cómo hiciste tus maletas esa misma noche para salir huyendo a casa de tus padres?
Lali estaba temblando, todavía demasiado conmocionada por lo que había permitido que pasara entre ellos.
—¿Es... estás diciendo... que has decidido hacerme el amor deliberadamente?
—Hacer el amor es lo que habrías tenido si hubiera sido en nuestra noche de bodas —respondió Peter con ironía—. Esta noche has tenido sexo.
Conmocionada por aquella descripción de la intimidad que hablan compartido, no pudo
contenerse.
—Pensé que te habías dejado llevar.., como yo.
Un inesperado y leve rubor tiñó los fuertes pómulos de Peter, pero enarcó una ceja con cinismo.
—¿Crees de verdad que eso es probable?
Lali se sonrojó con violencia. Apoyé los hombros contra las rodillas dobladas. ¿Cómo se podría haber imaginado ni por un momento que Peter podría haber reaccionado ante su atractivo sexual inexistente? Y, por supuesto, un hombre de su experiencia, simplemente no se rendiría a la tentación como un impetuoso adolescente sin control. Pero la mera idea de que Peter se hubiera metido en su cama con aquella frialdad calculada con el único propósito de hacerle perder la virginidad la hacia sentirse enferma.
—No lo entiendo —confesó alterada sin querer entender pero sabiendo que necesitaba saber por
qué Peter habría decidido hacerle aquello.
Lali contempló sus largos y bien formados dedos contra la madera, los nudillos ligeramente
blancos.
—Me parece increíble que no lo entiendas —admitió él con el acento italiano más pronunciado—. Ahora, ¿por dónde empezamos? Quizá el deseo de venganza naciera cuando me encontré amenazado por la policía por haber intentado perseguir a mi esposa huida.
—¿Policía? —repitió ella alzando la cabeza con asombro.
—Tu padrastro los llamó. Me acusaron de escándalo público. No creo que fuera culpa mía que los paparazzi acamparan a la entrada de la casa de tus padres o que se volvieran locos cuando yo llegué... de alguna manera, me echaron la culpa a mí.
La frialdad de su acusación y el gesto cínico le indicaron a Lali lo furioso que se habla sentido con la experiencia.
Lali se había enterado de la visita que él había hecho a su casa, pero no sabía nada de la policía. Y ni siquiera la fuerza física la hubiera persuadido entonces de volver a su lado, aunque lo cierto era que no se encontraba en casa de sus padres. No era tan ingenua como para recurrir a la simpatía de su padrastro ni de su madre cuando su matrimonio había salido tan horrenda y públicamente mal.
—El deseo de venganza podría haber muerto en cuanto me convencí de que aquello era lo mejor que podía haber pasado —continué Peter con brutal sinceridad—. Pero fue lo que le hiciste a mi prima, Euguenia, lo que nunca pude perdonar ni olvidar.
—¿Euguenia? —repitió Lali con asco al pronunciar aquel nombre.
—La prensa la destrozó. Sus amigos dejaron de llamarla. Euguenia, la devoradora de hombres, la bruja promiscua que se suponía le había robado el novio a Lali, la pobre novia mártir... así la retrataron. ¿Y por qué? Sólo porque tú les contaste a los periodistas una serie de asquerosas mentiras.
—¡No lo hice! —protestó Lali conteniendo un sollozo y desviando la mirada.

3 comments:

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  2. que horrible que peter le hable asi no se merece eso lali

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