Saturday, May 30, 2015

capitulo 14

Lali se despertó sobresaltada. Los acontecimientos de la noche anterior la asaltaron y no pudo creer que hubieran sucedido. Eran ya las diez de la mañana. Saltó de la cama y corrió las cortinas. Durante la noche, le había parecido oír el golpeteo de la lluvia contra los cristales.Ya no estaba lloviendo y la nieve había desaparecido con la misma rapidez con que había llegado.
El jersey y la falda que había dejado abajo estaban ahora en la silla y, al lado, un nuevo par de medias negras. ¿De dónde las habría sacado Peter? Recordó la tienda de la asolinera donde ella había parado la noche anterior. Se puso nerviosa ante la idea de que él hubiera entrado en la habitación mientras ella dormía, pero agradeció no tener que bajar vestida con la ropa de él.
Cruzó el rellano hasta el cuarto de baño y se dio un tal baño relajante. Se dijo a sí misma que eran imaginaciones suyas el que la piel todavía le oliera a Peter. Imaginaciones y culpabilidad, reflexionó dolida frotándose con el jabón y deseando poder borrar el dolor íntimo que todavía sentía, inevitable recuerdo de su posesión
De repente se quedó paralizada. ¿Habría tomado alguna precaución Peter? Con la misma rapidez se riñó a sí misma por el infantil ataque de pánico. Desde luego que Peter habría previsto que su calculada seducción no acabara en un embarazo. Evidentemente, eso era lo último a lo que él se hubiera arriesgado. El que ella no recordara nada no significaba gran cosa. Apretó los dientes. Abandonada a la intensa excitación física, había perdido todo poder de observación y sentido común.
Diez minutos más tarde, en lo alto de las escaleras, inspiró con fuerza para calmarse y enderezó los hombros. Mientras descendía, Peter apareció en la puerta la sala. Lali clavó la vista a propósito en un punto alejado a la izquierda de él.
—¿Te apetece desayunar? —preguntó él.
La oferta la sorprendió lo suficiente como para mirarlo, pero la terrible pena desgarradora que había temido no se materializó. Se sentía abotargada y vacía, ehxausta por al amargo arrepentimiento de lo que había sucedido por la noche.
—Deberíamos hablar, Lali.
—Lo único que no quiero hacer es hablar contigo -dijo ella con tensión antes de pasar por delante
de él.
No había comido nada desde la noche anterior. Le sorprendió que con todo lo que le estaba pasando todavía sintiera las punzadas del hambre. Cuando llegó a la cocina puso el agua a calentar. En la encimera había un.paquete de croissants rellenos de chocolate. Peter adoraba el chocolate. Era una de las pequeñas costumbres él que a ella le habían gustado más. Mientras apartaba la mirada, vio un brillo de un rojo familiar a través del cristal opaco de la puerta trasera. Abrió la puerta y contempló su coche.
—¿Cómo ha llegado mi coche hasta aquí?
—Tenía las ruedas traseras enterradas en el barro. Lo arrastré hasta aquí.
—¿Con qué?
—Con el todoterreno. No lo viste porque estaba en el garaje... tienes las llaves del coche en tu
chaqueta.
Lali aparté la mirada de nuevo. No podía soportar darle las gracias después de lo que le había hecho. Su intimidad no se había debido al arrebato, sino que había ido planeada como vengaza con cruel deliberación. abrió el paquete en silencio. El orgullo no le permitiría desaparecer corriendo aunque tuviera el coche en la entrada, pero sin duda él se alegraría de que se fuera.
Perdida en sus turbadores pensamientos estaba mirando en blanco a los azulejos cuando Peter
pasó a su lado para quitar el agua hirviendo. Después sacó el croissant del horno. ‘-Estás disgustada. Siéntate. Te prepararé el café.
—No estoy disgustada.
Pero estaba temblando de frío y se cruzó de brazos. Con un rápido movimiento, Peter se quitó el jersey y se lo pasó, con los brillantes ojos clavados en su perfil. Lali examinó la prenda con ansiedad y retrocedió hasta la sala para sentarse a la mesa.
El croissant le supo a serrín en la boca y tuvo que obligarse a tragarlo. Habla perdido el apetito misteriosamente. Se encontró mirando a hurtadillas a Peter. Le había subido la ropa, le había comprado unas medias y había recuperado su coche. Pero todas aquellas atenciones eran para acelerar su marcha. Eran los modales sofisticados de un macho que sabía que el sexo estaba en ella en pleno apogeo de nuevo. Lo de la noche anterior no debería haber sucedido nunca.
Y sin embargo, la noche anterior Peter había revelado más emoción que la que ella podía haber soñado que poseyera. Y ahora se notaba una ligera tensión en su expresión y en sus labios apretados. El silencio se extendió y ella estaba tan incómoda como él. Apartando su plato, Lali se levantó y estiró la mano hacia su cazadora.

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