Wednesday, May 20, 2015

capitulo 49

Se puso el reloj, apartó con un dedo la caja de preservativos y sacó la foto de la sonriente morena en bikini. Con un nudo en la garganta, se sentó en la cama para estudiar a Candela. La prometida de Peter había sido extremadamente atractiva e incluso el ojo crítico de Lali podía apreciar la voluptuosa figura, las perfectas y largas piernas, la mirada provocativa y chispeante y la sonrisa sensual. Supo inmediatamente que Peter había sacado esa foto. Candela posaba para su amante, confiada y segura de su admiración.
Cubierta de sudor frío y con un nudo en el estómago, Lali dejó la foto donde la había encontrado y cerró el cajón. Se sentía como si Peter le hubiera dado una puñalada. ¿Por qué tenía una foto de Candela al lado de su cama matrimonial? ¿Con qué frecuencia la miraba? Sin duda estaba allí para algo...
Notó un intenso vacío, pero también cólera y dolor. Durante toda la luna de miel, se había esforzado por no pensar en que Peter probablemente había disfrutado apasionadamente haciendo con Candela lo que hacía con ella. No hubiera tenido sentido arruinar su propio disfrute pensando en eso, pero la foto acababa de tirar por tierra esa visión sensata y liberal de su matrimonio.
Peter salió del vestidor. Lali le echó una ojeada para grabar su imagen en su mente, mientras el dolor y el resentimiento comenzaban a bullir en su interior. Había renunciado a su orgullo por él, incluso había pospuesto la búsqueda de su hermana melliza, se había esforzado por ser la esposa que él quería. Ese había sido su gran error, había olvidado lo que quería ella.
-Date la vuelta -pidió Peter con voz grave y sensual-. Estás fantástica con ese vestido.
-¡He visto la foto de Candela que hay en tu mesilla de noche! -exclamó Lali volviéndose hacia él y mirándolo con ojos brillantes .
-¿Y? -inquirió Peter alzando levemente las cejas con aire interrogante, intentando no reaccionar como solía hacer ante ese tipo de escenas.
Esa palabra hizo que el dolor de Lali se convirtiera en un ataque de ira ciego e incontrolable. «¿Y?» Como si no importara que su marido adorara la foto de otra mujer, como si ella no tuviera derecho a comentarlo, como si no fuera una objeción razonable. Lali leyó en esa palabra significados que él nunca habría imaginado.
-Si no te deshaces de esa foto, ¡te abandonaré! -le gritó, y su
asombro al oír la melodramática amenaza fue aún mayor que el de él. Peter la miró con expresión incrédula y sardónica.
-Si no vamos a la ópera ahora mismo, no merecerá la pena ir-dijo. Lali, silenciada momentáneamente por esa forma de evitar el tema, lo miró furiosa.
-¿Crees que pienso ir a ver una estúpida ópera cuando hay una foto de otra mujer en nuestro dormitorio?
-No me grites -replicó Peter con voz suave y baja, pero con una amenaza velada y tormentosa en los ojos.
A Lali se le encogió el estómago, sintió, por primera vez, el mismo miedo que la atenazaba en presencia de su padre. Pero se desató en ella la misma rebeldía que la
enfrentaba a Alejo, cuando su madre aún vivía.
-Me has insultado -declaró con fiera convicción.

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