Tuesday, May 19, 2015

capitulo 47

-Es bueno saberlo... pero no entiendo por qué te molestas en decirme eso -replicó Lali con cierta tensión. No era la primera vez que Peter sacaba ese tema en los últimos días, y no estaba dispuesta a hacerle ninguna confidencia sobre cómo había sido su vida en Lexos. Hacerlo implicaría un riesgo para él.
La curiosidad era muy peligrosa. En Lali, el hábito de silenciar los abusos de su padre, estaba grabado a fuego, igual que les había ocurrido a su madre y hermano. Pero la demostración de violencia que Peter había visto aquella noche en la cena lo había inquietado, y ella era consciente de que cada vez tenía más sospechas sobre lo que había visto. La incomodaba pensar que ella hubiera podido acrecentar sus sospechas sin pretenderlo.
Peter tuvo un ataque de frustración al ver como su exquisito rostro se volvía inescrutable. Para Lali el pasado era como un libro cerrado. Era como si hubiera nacido el día de la boda; nunca mencionaba su infancia ni a sus parientes, vivos o muertos.
-Bueno, ¿dónde estábamos? -bromeó Peter, cambiando el rumbo de sus pensamientos. Se tumbó tras ella para bajarle la cremallera del vestido. Con manos firmes y seguras, le quitó el vestido, apartó su cabello y dejó que su experta boca trazara un excitante sendero por su cuello. Ella tembló y, ansiosa de él, se dio la vuelta y lo besó con pasión. Se sentía segura con él,
pero también sabía que si le decía demasiado, él no estaría a salvo de la furia de su padre.
-¿Qué te ocurre? -Peter la apartó un segundo y escrutó su mirada evasiva.
-Nada... -dijo ella, perdiéndose en sus bellos ojos. Le dolían los pechos de excitación. Él entreabrió sus piernas para que estuvieran a los lados de las suyas y le desabrochó el sujetador. Sin aliento, ella echó la ca-beza hacia atrás y arqueó la espalda para que su delicada y sensible piel entrara en contacto con los oscuros rizos que salpicaban su músculos pectorales.
-Vamos a llegar tarde a la ópera... -aseveró Peter y, agarrando su cabello con cuidado, la giró hasta apoyarla de espaldas en el colchón y comenzó a atormentar sus pezones erectos con la boca. Lali sintió el fuego que se iniciaba en el húmedo triángulo que coronaba sus muslos y se dejó llevar por la sensación como un nadador que se ahogara en el mar. Enredó los dedos en su negro cabello y disfrutó del placer que le provocaban sus expertas manos.
-Eres una hechicera... -gruñó Peter, absorbiendo su expresión embelesada-. Cuando te dejas ir entre mis brazos, me cuesta mucho mantener el control.
-¿Eso es una queja? -susurró Lali mientras él apoyaba sus sensuales labios justo encima de su clavícula y deslizaba las manos por su cuerpo. Poco después, ardía de deseo bajo sus caricias, incapaz de resistirse a tocarlo. Exploró con los dedos la hilera de vello negro que cruzaba su estómago, pero una
mano detuvo su descenso con un gemido.

4 comments:

  1. estos dos estan que no pueden estar sin estar juntos lali es tremenda, yo que fuera lali le digo la verdad no le tiene que tener miedo al papa

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