Friday, May 29, 2015

capitulo 9

—¿Qué has venido tú a hacer aquí? —susurró de repente.
—Freddy me ha dejado la correspondencia familiar de medio siglo para que la clasifique y quería
ver la casa por última vez antes de venderla.
Lali enterró la mejilla en la almohada deseando no haber empezado la conversación y poder
dormirse.
—Y ahora, por tu propio bien, me alegro mucho de haberlo hecho.
—¿Por mi bien? —preguntó ella sin saber si había oído bien.
—Estás cometiendo un gran error con Benjamin.
Desconcertada y enfadada por aquella afirmación fría y medida, Lali se quedó inmóvil mirando
al techo con tensión.
—Tú no lo conoces y no es asunto tu...
—Él completará el trabajo que empezó tu padrastro. Estarás horneando bizcochos y sonriendo
cuando lo que sentirás será ganas de gritar para el resto de tus días... eso si no acabas derrumbándote bajo la presión de vivir una mentira porque no estás enamorada de él.
Lali inspiró con fuerza.
—¿Y cómo diablos lo sabes tú?
—¿Y quién podría saberlo mejor? —masculló Peter con indignante frialdad—. En otro tiempo estuviste loca por mí. Todo pasión, celos y posesión... como un cartucho de dinamita esperando por una cerilla bajo ese falso aspecto calmado que mantienes. Una mezcla peligrosamente volátil pero con una considerable promesa de excitación, solía pensar yo.
—¿Cómo te atreves a hablarme así?
La voz le tembló de censura e incredulidad mientras se incorporaba sobre un codo.
—Cuidado —la advirtió Peter con pereza entrecerrando los ojos brillantes ante su cara sonrojada de furia antes de posar la vista en el cuello de la camiseta que se le había resbalado por el hombro—.
Estás enseñando algo de piel desnuda.
Lali se alzó el cuello de un rápido movimiento y se incorporé de nuevo.
—Me gusta mucho Benjamin.
—Hace falta más que eso para mantener un matrimonio. Sin embargo, estoy seguro de que tu
padrastro lo aprobará. Estará en su elemento con un yerno al que pueda manipular y dirigir.
—Sólo porque tú no le cayeras bien..,
—Benjamin es demasiado viejo para ti y no puede tener ni la más remota idea de lo que tú necesitas.
—Deja de hablar de mí como si fuera una estúpida
—Lali lo miró con rabia apretando los puños—. Yo confío en Benjamin. ¡Lo conozco! Y él nunca
me decepcionará ni me engañará.
—¿Y yo sí lo hice? ¿Es eso lo que crees?
Lali se paralizó como si la hubiera golpeado. El silencio pesaba. Era como estar atrapada en un oscuro túnel escuchando el amenazador rugido de un tren acercándose. Al tropezar con la mirada esmeralda de Peter, el estómago se le encogió y bajó los párpados. De alguna manera, se habían metido en un terreno muy peligroso. Debilitada ahora y petrificada por el remolino emocional, empezó a echarse de nuevo.
—Estoy cansada... Voy a dormirme.
—¿,Crees que voy a decirte buenas noches y bonitos sueños? —Peter se deslizó acortando el espacio entre ellos de un rápido movimiento—. Escúchate a ti misma. Estás hablando como una niña bien educada deseando las buenas noches a sus padres.
—Peter... esta estúpida conversación ya ha ido demasiado lejos.
Peter la miró con una sonrisa y deslizó un dedo hacia su brillante melena derramada por la
almohada.
—Pero si yo todavía no he empezado, querida.
Lali parpadeó con completo asombro. Aquella devastadora sonrisa que le había encogido el corazón, tan rara y tan preciosa en otro tiempo, los dedos jugando con su pelo... Se le borraron todos los pensamientos racionales.
—¿,Empezar qué?
—Si te has olvidado de lo que había entre nosotros, necesitas que alguien te lo recuerde —
murmuré Peter con suavidad mientras bajaba su arrogante cabeza morena.
Lali frunció el ceño confusa y clavé los ojos en él con inseguridad. Tenía unos ojos espectaculares, claros con reflejos grises, enmarcados por aquellas espesas pestañas y con una intensidad que la tenían atrapada. No podía creer que fuera a besarla, porque, ¿para qué iba a hacer tal cosa? Y entonces lo hizo. Aquella boca sensual se pegó contra la de ella como en un sueño, así que cuando tomó sus suaves labios entreabiertos y deslizó con erotismo la punta de la lengua, Lali se quedó sin defensas ante la devastadora carga de excitación que la sacudió.
Aturdida, intentó apartarlo. Estiró la mano y se encontró con un musculoso hombro tan suave
como el satén pero infinitamente más tentador.

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