Friday, May 22, 2015

capitulo 9

No estaba dispuesto a perder su libertad por nadie y, además, Lali era una empleada.
¿Qué demonios le estaba sucediendo?
¡En menos de veinticuatro horas, se le había pasado por la cabeza que tenía que encontrar esposa y ahora estaba pensando en tener una amante!
Tras hacer un agujero bajo los árboles y enterrar la revista, Lali corrió a casa seguida de cerca por Squeak.
Al llegar, entró por la puerta de atrás y, para su desgracia, se encontró con su padre.
-Vaya, no sabía que ibais a volver tan pronto... ¿ha ocurrido algo? -preguntó nerviosa al percibir la tensión en el ambiente.
-La madre de Mercedes se ha puesto enferma y se va quedar a pasar la noche con ella -contestó Alejo-. ¿Dónde has estado?
-He salido a dar un paseo -contestó Lali-. Perdón...
-Si yo hubiera estado en casa, no habrías estado holgazaneando por ahí. ¿Qué has estado haciendo?
Lali se quedó de piedra.
-Nada.
-Espero que así sea -gruñó su padre acercándose a ella y agarrándola del brazo con fuerza-. Prepárame la cena ahora mismo. Después de cenar, leeremos la Biblia y rezaremos para que no vuelvas a caer en el pecado de la holgazanería -añadió saliendo de la cocina.
Una vez a solas, Lali se frotó el brazo con el ceño fruncido y se dijo que no debía preocuparse, ya que su padre tenía mal genio, pero jamás le había levantado la mano.
Sin embargo, tenía la penosa sospecha de que aquello estaba a punto de cambiar.

CUATRO días después, Peter se levantó de la cama a las tres de la madrugada y entró en su lujoso baño para darse otra ducha de agua fría.
Se sentía como si lo hubieran embrujado y, mientras el agua resbalaba por su fuerte y musculoso cuerpo, gritó enfurecido.
Ninguna mujer le había perturbado el sueño antes.
Había algo en Lali que había desatado su imaginación hasta cotas de creatividad erótica insuperables.
La idea de que se convirtiera en su amante lo tenía obsesionado y le hacía tener fantasías sexuales de las que no se podía liberar.
Incluso dormido, su cerebro revisaba una y otra vez el breve encuentro que había tenido lugar entre ellos y lo transformaba hasta convertirlo en un encuentro apasionado y salvaje más del gusto sexual masculino.
No poder controlar su mente lo enfurecía.
Peter apoyó la frente en las baldosas de mármol y pensó en Paula, algo que no se permitía muy a menudo porque no era hombre de pensar en lo que no podía ser.
Recordó a Paula, mujer de preciosos ojos oscuros y gran corazón, aquella mujer con la que jamás podría casarse porque, a pesar de que no eran parientes de sangre, la madre de Paula lo había amamantado durante un periodo de tiempo y su religión prohibía el casamiento entre hermanos de leche.

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