Thursday, May 28, 2015

capitulo 5

Peter apoyó una de sus esbeltas caderas contra el borde de la mesa y bajó la vista hacia ella, demasiado cerca para su tranquilidad.
—¿Cómo averiguaste que estaba aquí?
Lali parpadeó confusa.
—No tenía la más remota idea de que estuvieras aquí.
—¿Por qué has hecho un viaje de varios cientos de kilómetros para recoger una vasija cuando el
abogado te había dicho que te la enviarían? —preguntó Peter con sequedad.
Lali bajó la cabeza y contempló el enorme agujero de la alfombra.
—Quería dejar unas flores en su tumba.
El silencio se alargó.
—No te creo, Lali. Tu hermano ha intentado repetidas veces ponerse en contacto conmigo. Y
ahora, a las tantas de la noche, apareces en el umbral de mi puerta.
—¡En el de la puerta de Freddy! —la rabia y el dolor se mezclaron al notar por donde iban sus sospechas—. Si quieres saberlo, me negué a hablar contigo cuando Vico me lo pidió porque sabía que no serviría de nada y no veía motivos para ponerme en ridículo sólo para que tú te divirtieras.
—Le puedes decir a tu hermano que ha tenido mucha suerte de que no le haya denunciado por
fraude. Y, lo creas o no, esa generosidad se debe a nuestra antigua relación.
Lali se levantó, tropezó contra el borde de la bandeja y el café se derramó.
—¿Fraude? —repitió con incredulidad—. ¿De qué diablos estás acusando a Vico?
Peter apartó la bandeja para dejarla a salvo a un lado. Bajó la vista hacia su cara enfadada y
entrecerró los párpados.
—¿Peter?
Lali alzó la mirada con debilidad hacia sus sombrías facciones. Tenía unos pómulos altos, una aristocrática nariz y una boca jugosa y apasionada como el pecado. El corazón le dio un vuelco. Casi enferma de vergüenza ante su respuesta al magnetismo animal de él, bajó la cabeza de nuevo.
—Lo que estoy diciendo es que le hice un préstamo comercial en términos extremadamente generosos y no esperaba que se gastara los intereses en renovar y ampliar su casa y en comprarse un Mercedes.
Lali se quedó con la boca abierta y se sentó de nuevo despacio.
—Pero la casa es parte de la propiedad... y el Mercedes lo ha vendido hace un par de meses —
murmuró con inseguridad—. ¿Es fraude usar el dinero de esa manera?
—Sí —confirmó él con frialdad—. Como empresario, Vico no está cumpliendo su acuerdo y yo no tengo intención de perder más dinero. Y si he decidido no demandarle, es para no atraer la atención de la prensa que tanto me desagrada.
Su frialdad inhumana la hizo temblar. Lali se mordió la parte interior del labio invadida por una gran debilidad mientras retorcía el anillo de Benjamin en el dedo como si fuera un talismán. Ella había creído sinceramente que Vico no había malgastado el dinero que evidentemente era parte del préstamo. Nadie le había contado aquel vergonzoso detalle.
—Supongo que debió dejarse tentar... con todo ese dinero —susurró con un poco más de fuerza— . ¿Peter?
—No me avergüences, Lali. No tengo tiempo para nadie que intente engañarme. Vico usó ese préstamo como si fuera su cuenta corriente y ha seguido dejando deudas por todas partes. Si los problemas le hubieran surgido por otra causa, yo hubiera renegociado el préstamo, pero sólo un tonto tira su dinero y yo no soy ningún tonto.
Después de asimilar su tono de absoluta resolución, a Lali no le hubiera sorprendido descubrir que Peter pasara por encima de ella como si fuera un felpudo. Ella se sentía como si lo fuera. Una intensa mortificación la embargaba y su distanciamiento era horriblemente humillante. Era como si para él nunca hubieran tenido una relación.
Peter había comprendido su error antes de que la tinta del contrato matrimonial estuviera siquiera seca. Desesperada por devolver el daño de la forma que fuera, Lali había intentado alegar adulterio para el divorcio, pero había recibido una orden de anulación porque el matrimonio no había sido consumado. La prensa amarilla se había regodeado en aquella escabrosa revelación y los abogados de él la habían aplastado y habían destruido por completo su autoestima: «Peter repudia a la novia frígida», habían sido los humillantes titulares.
—¿Cuándo te has prometido? —preguntó Peter con increíble brusquedad.
Como si estuviera en un sueño, Lali bajó la vista hacia el pequeño solitario tan nuevo que
todavía no se había acostumbrado. Había pertenecido a la madre de Benjamin.
—Mira a ver si te gusta llevarlo —había sugerido Benjamin con timidez.
Ni la pasión ni el romance habían tenido nada que ver en su amistad. Pero en ese momento, y de forma insoportable, estaba recordando el otro caro anillo de compromiso de esmeraldas que Peter le había regalado y los sentimientos que había despertado en ella entonces... su salvaje excitación, el júbilo y la bendita oleada del amor. El estómago se le encogió ante el recuerdo y se levantó.

1 comment: