Wednesday, May 20, 2015

capitulo 57

Minutos después, Lali volvió al taxi. Lo tenía, ¡tenía el número de teléfono! Además, se había enterado de que su hermana estaba en la segunda residencia de su esposo, en Escocia, a unos trescientos kilómetros de distancia. No se atrevía a creerse que podía marcar un número y oír la voz de esa hermana que no conocía. Por lo visto, su padre le había mentido sobre la vida de su hermana, la supuesta mujer aventurera, a que Lali deseaba aconsejar y ayudar, estaba felizmente casada y tenía un hijo. Ese descubrimiento hizo a Lali recordar su propia y humillante situación; su matrimonio apenas había durado la luna de miel.
Cuando Lali se instaló en una suite del Hotel Bels-tone House, lo primero que hizo fue pedir la cena, pues estaba mareada de hambre.
Después, volvió a estudiar el trozo de papel en el que estaba escrito el teléfono. Su sentido común la convenció de que no sería muy sociable llamar a esa hora de la noche para hablar con su hermana por primera vez.
Frustrada, intentó no pensar en Peter y en lo que podía estar haciendo en ese momento. Ella le había devuelto la libertad, así que tenia derecho a disfrutarla. Peter podría estar compartiendo con Euguenia esa cena romántica que Lali había imaginado para ellos dos cuando salió de París.
Se le revolvió el estómago al pensarlo. Se quitó los anillos que él le había regalado y los dejó en la mesita de café. Decidió darse una ducha rápida y ponerse algo más cómodo antes de que llegara la cena.
Mientras se duchaba, una vocecita interna comenzó a martillear su cabeza, planteando la posibilidad de que Peter hubiera dicho la verdad sobre Euguenia. Quizá sí fuera una ex novia que había aparecido sin previo aviso y se había instalado en el apartamento con la intención de convencerlo para proseguir con su relación a pesar de su matrimonio. Lali gruñó al ver el rumbo que tomaban sus pensamientos. Pensar así era arriesgarse a convertirse en la típica esposa que escondía la cabeza y
aceptaba cualquier excusa, por improbable que fuera.
Estaba segura de que sería capaz de desenamorarse de Peter, de que conocer su verdadero carácter matar/a ese amor. Se preguntó por qué la vida era tan cruel. Solo había sido capaz de admirar y respetar a Gaston, aunque era un hombre excepcional; en cambio, cuando Peter apareció en su vida, y siendo consciente de sus defectos, le había permitido que le robara el corazón.
Mientras se ataba el cinturón de la bata de seda, oyó el ruido de un helicóptero que volaba muy bajo. Se acercó a la ventana. El corazón le dio un vuelco al ver el inconfundible logotipo de Empresas Lanzani grabado en el aparato que sobrevolaba los jardines del hotel, preparándose para tomar tierra...
Peter saltó del helicóptero furioso. Cuando esa tarde había entrado al despacho contiguo al suyo y lo había encontrado vacío se había sentido como si le hubieran dado una puñalada en la espalda. Para él, que Lali hubiera accedido a esperar y no hubiera cumplido su palabra era una traición imperdonable. Hasta ese momento, había estado refle-xionando sobre el hecho de que era hija de un padre que había tenido más aventuras casado que las que tenían la mayoría de los hombres de solteros. Incluso había reconocido que su propia reputación de muje-riego empedernido podía excusar que Lali no hubiera creído inmediatamente su explicación con respecto a Euguenia.
Sin embargo, el giro que había dado la situación lo preocupaba mucho más. El equipo de seguridad le dijo que había despedido a los guardaespaldas y le horrorizó imaginarse a Lali con ese ridículo maletín lleno de dinero y de joyas sola y sin protección.Lali tenía tanta capacidad de cuidar de sí misma en el mundo real como un personaje de dibujos animados.
Se arrepintió de no haber mencionado el contenido de ese maletín cuando estaban en París. Pero no había querido avergonzarla ni hacerle daño. Suponía que tenía derecho a sus pequeñas manías. Que no pudiera soportar la idea de separarse de las joyas heredadas de su madre y no se sintiera segura sin una enorme cantidad
de dinero no era problema, siempre y cuando estuviera protegida en todo momento.
Estaba a punto de llamar a la policía cuando uno de los guardaespaldas admitió que en realidad sí la estaban siguiendo dos hombres, pero que no se lo habían dicho a él por si le molestaba que la hubieran desobedecido. El inmenso alivio de Peter se convirtió poco a poco en la ira más intensa que había sentido en su vida.
Lali, rígida y con la cabeza alta, esperaba la llamada en la puerta. ¡Tenía que ser Peter! No podía creer en la coincidencia de que otro ejecutivo de su empresa hubiera decidido alojarse en el mismo hotel que ella. Se recordó que no le daba miedo nada de lo que pudiera decirle Peter, pero su pánico se mezclaba con una intensa excitación.
De repente, sin llamada previa, se oyó el clic de la tarjeta que hacía de llave y la puerta se abrió de par en par. Peter entró de una zancada y cerró la puerta. Sus ojos llameaban de furia y tenía el rostro desencajado.
-¿Cómo te atreves ha registrarte como una Esposito? -le lanzó Peter sin preámbulos-. ¿Cómo te atreves a negar mi nombre?
Lali no se esperaba algo así, entreabrió los labios y, sin saber qué decir, los cerró de nuevo para, al menos, salvaguardar su dignidad.
-¡No debería extrañarme tu arrogancia! -continuó Peter—. ¡Eres una Esposito de pies a cabeza!
-Eso no es verdad... -dijo ella abriendo los ojos negros con asombro.
-¿No? ¿Qué derecho tenías a decirme que nuestro matrimonio había acabado? ¿Acaso eres la única persona involucrada? ¿Es que no te equivocas nunca? ¿Siempre juzgas a los demás sin tener pruebas? Al pri-mer problema huyes como si te persiguieran los demonios.

3 comments: