Saturday, May 30, 2015

capitulo 15

—No pensaba tocarte cuando me metí en la cama —susurró Peter con suavidad.
La mano de Lali cayó y se sonrojó de mortificación.
—Un impulso incontrolable... ¿No fue una especie de broma? —se escuchó decir con una
amargura que la conmovió—. ¿Una broma tan pesada como nuestro matrimonio?
 Peter se puso rígido, desconcertado por su sarcasmo y, cuando se acercó, Lali extendió los brazos con gesto de furiosa advertencia.
—¡No te atrevas a acercarte a mí!
—Pégame si te hace sentirte mejor.
Lali no quería hacer nada que él quisiera que hiciera. No se permitiría explotar y perder el poco control que le quedaba. Se cruzó de nuevo de brazos apretándose los costados como un soldado que hubiera roto la línea y se hubiera ganado una reprimenda.
—Cuando te besé, sí era un juego... no pretendía que llegara más lejos —confesó Peter con un
leve deje sombrío.
Pero Lali ya se había dado la vuelta como forma de autodefensa.
¿Un juego? Peter había descubierto que su respuesta podía ser igual que la que podría haber
obtenido cuando estaba enamorada de él. ¿Le habría eso seducido a continuar aquella broma sádica? —Dio —exclamó él con aquel sensual acento italiano-. Te deseaba de verdad.
—Me siento mucho mejor sabiendo eso.
La había deseado de verdad. ¿Es que al menos no podía haber ocultado el tono de sorpresa en
aquella admisión?
Y ella no era estúpida. ¿Es que tenía que hablarle como si lo fuera? El deseo sexual no era algo intelectual. Su abandonada respuesta lo había excitado y después de eso sólo había respondido a la pura lascivia masculina. No necesitaba que le confesaran aquella verdad. Pero Peter había sabido exactamente lo que estaba haciendo. No se había detenido porque no había encontrado la razón para hacerlo. Y ella nunca olvidaría aquella mirada de salvaje satisfacción en el momento en que había invadido su cuerpo.
—Y tú me deseabas —afirmó Peter con fría y total convicción.
Lali se quedó paralizada de la conmoción..
—No recuerdo haber utilizado la persuasión —continuó provocando Peter—. De hecho, si no lo hubieras deseado, nunca habría sucedido lo que sucedió.
Lali lo abofeteó con tal fuerza que la mano le cosquilleó de dolor. Entonces dio un paso atrás,
devastada por la violencia que había traicionado su control.
—Yo no te deseaba... y no quiero volver a saber nada de ti en toda mi vida —remarcó fijando la
mirada en sus brillantes ojos esmeraldas fríos como el hielo.
Durante una fracción de segundo, no pudo romper el hechizo de aquel escrutinio y eso le produjo aún más pánico. Entonces, recogiendo sus cosas, se dirigió a la puerta trasera a toda velocidad.
Estaba temblando como una hoja cuando se metió tras el volante, pero condujo con exagerado cuidado. Entonces se fijó en las flores que reposaban en el asiento del pasajero, el ramo que había pensado dejar en la tumba de Freddy. La pequeña iglesia estaba sólo a un par kilómetros carretera abajo. Realizó su cometido indiferente a la lluvia que había empezado a caer de nuevo.
—El es demasiado orgulloso y está demasiado enfadado como para perseguirte —le había escrito Freddy en una carta urgente después de la grotesca publicidad que había seguido a la rotura de su matrimonio-. Si quieres que Peter vuelva, el primer movimiento tendrá que ser tuyo.
Y ella había respondido con toda una sarta de mentiras para salvar la cara. Pero Freddy se merecía algo mejor, así que unas cuantas semanas después, se había sentado a escribirle de nuevo. Había sido una especie de liberación contarle a Freddy que el amor no era siempre suficiente y que ella no hubiera podido vivir nunca siendo la segunda.
—Es muy bonita —concedió Benjamin al posar la delicada vasija en la estantería—. Pero es una
pena que no sea de ese tinte azul que los chinos consiguen tan bien. ¿Crees que deberías tasarla?
—No... me encanta, pero no creo que valga mucho.
Me gustó mucho la primera vez que la vi y Freddy se quejó de que su ama de llaves no le había
dejado tirarla porque era el único ornamento de toda la casa.
La sonrisa de Lali ante el recuerdo se desvaneció de nuevo. Habían pasado quince días desde que había vuelto a casa y,aquel mismo día le había devuelto el anillo a Benjamin. El había aceptado su decisión sin cuestionarla, pero ella había notado su preocupación ante la desolación que ella intentaba ocultar.
Benjamin era un hombre fuerte, con pelo canoso y cálidos ojos azules. Se acomodó en el sofá del
pequeño recibidor y la miró pensativo.
—La verdad es que no me gusta entrometerme en lo que no me importa, pero...
—¡Pues entonces no lo hagas! —Lali se sonrojé y se pasó una mano temblorosa por el pelo-. Lo siento, no estoy de muy buen humor. Mi hermano y su mujer están viviendo una pesadilla y yo me siento tan impotente...
—Pero ésa no es la única razón por la que te sientes así -con instintivo tacto Benjamin desvié la
mirada de su cara congestionada—. No tengo ni idea de lo que pasó entre Peter y tú, pero es evidente que ese encuentro ha sido el causante de tu agitación.
Lali lo miró con creciente nerviosismo. Benjamin parecía tan sosegado, que no asumía que a la gente le sorprendía su sinceridad y su naturaleza recta. Era inmensamente popular con sus feligreses. De hecho, desde la jubilación de su padrastro y la incorporación de Benjamin como párroco, la congregación había aumentado.
—Benjamin...

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